Los masajes en la Antigua Grecia

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Los antiguos griegos siempre promovieron el equilibrio entre mente y cuerpo. Para ellos, no podía existir paz mental si el físico atravesaba tensiones o descompensaciones.

Practicar ejercicios al aire libre y en los gimnasios de la época solían ser las maneras inmediatas de trabajar el cuerpo. Sin embargo, los masajes también constituyeron un método importante para ‘cultivar el cuerpo’.

Además de fines desestresantes, a los masajes se les atribuía propiedades medicinales. Con los frotamientos focalizados y los aceites especiales se creía que el organismo humano podía aliviarse de determinados padecimientos y enfermedades.

El masaje como tratamiento médico

El concepto básico de los masajes en la Antigua Grecia puede resumirse en la premisa de Hipócrates: «El camino hacia la salud es tomar un baño aromático y un masaje perfumado todos los días».

El médico de Cos señalaba que los estudiosos de la salud debían de conocer las técnicas correctas del masaje para aplicarlas a sus pacientes según el tipo de dolencia que padecieran.

A estos métodos de frotamiento con aceites perfumados se les consideraba fortalecedores de las energías corporales y estimuladores del vaciado venoso. Dichas técnicas y conocimientos fueron denominados anatripsis.

Para Hipócrates, los enfermos primero debían pasar por terapias naturales (como los masajes y la aromaterapia) antes de recurrir a las intervenciones más extremas como la cirugía. Parte de este razonamiento se basaba en el supuesto origen divino de los aceites perfumados para masajes, que al ser aplicados a los pacientes ejercían sus efectos curativos.

Además de los enfermos, era muy común que los deportistas contrataran los servicios privados de hábiles masajistas cuando se encontraban en competencias de máxima exigencia.

El masaje como procedimiento estético

Los masajes también eran considerados como procedimientos necesarios para conservar la belleza. Hombres y mujeres podían aplicar este tratamiento estético, bien en sus hogares o en recintos especiales como las termas. Podían hacerlo por cuenta propia o contratando los servicios de algún masajista.

Cuando los griegos acudían a las termas, después de sus baños se aplicaban aceites aromáticos mediante masajes. Se tenía la creencia de que cada parte del cuerpo requería de un aceite determinado y de una técnica específica de frotamiento.

En consecuencia, cada zona corporal era tratada con minuciosidad: las extremidades superiores se sobaban con menta, la mejorana se empleaba para la protección del cabello, el tomillo se usaba para las rodillas y el orégano solía utilizarse para las piernas.

Así como actualmente los masajistas aplican aceite de almendras para la iluminación de la piel y la relajación muscular, en la Antigua Grecia se utilizaba la esencia de lavanda para los mismos propósitos. Asimismo, eran muy preciados el romero y la albahaca para la creación de cremas relajantes.

Los antiguos griegos, sabedores de los beneficios de los masajes, sembraban en sus jardines muchas de las plantas mencionadas. Tal cual se precisó anteriormente, las personas no necesariamente tenían que recurrir a expertos masajistas, sino que podían implementar sus propios tratamientos caseros para el cuidado corporal.

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