Los neandertales de Mealhada también consumían tortugas

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) han confirmado la presencia de dos especies de galápagos de agua dulce (Emys orbicularis y Mauremys leprosa) y una de tortuga terrestre (Testudinidae indet.) en una excavación del s. XIX del clásico yacimiento del Paleolítico Medio de Mealhada (Coímbra, Portugal).

Los resultados publicados en la revista Diversity permiten afirmar por primera vez para este yacimiento posibles evidencias del consumo de galápagos por parte de los grupos neandertales (Homo neanderthalensis).

Para el ámbito peninsular el consumo de tortugas terrestres por parte de los neandertales durante el Paleolítico Medio ha sido ampliamente demostrado.

La captura de pequeñas presas -aves, conejos, liebres e, incluso, cangrejos- ha probado que los neandertales tenían una dieta basada no sólo en grandes presas (grandes mamíferos), sino que explotaban intensamente todos los recursos disponibles del entorno.

“Este comportamiento complejo nos revela una adaptación al ecosistema local de los asentamientos que tradicionalmente solo se asociaban al Homo Sapiens”, explica la coautora Iratxe Boneta Jiménez, miembro del grupo de investigación Prehistoria del Interior Peninsular de la UAM.

“En este sentido —agrega la investigadora— los resultados de nuestra trabajo aportan una evidencia más, incluyendo con estos resultados a los galápagos en la lista de las pequeñas presas consumidas por neandertales”.

Evidencia novedosa

Las tortugas terrestres son presas de fácil captura que no requieren de una gran inversión de tiempo y esfuerzo. De hecho, esta puede realizarse durante la caza y recolección de otros alimentos o, incluso, pueden realizarla niños.

Además, las tortugas no sólo ofrecen una importante cantidad de nutrientes, sino que también brindan una materia prima versátil, el caparazón. Por el contrario, la captura de galápagos requiere de cierta tecnología o inversión de tiempo y esfuerzo, ya que habitan aguas estancadas o de baja corriente, siendo muy huidizos ante cualquier amenaza.

A este respecto, la documentación de evidencias de consumo antrópico sobre los restos arqueológicos del yacimiento de Mealhada ofrece una evidencia novedosa que informa sobre la complejidad del comportamiento neandertal.

“Los restos de tortuga estudiados proceden de las excavaciones realizadas a finales del s. XIX en el yacimiento de Mealhada (Coímbra, Portugal), uno de los primeros yacimientos arqueológicos descubiertos en Portugal gracias al hallazgo de restos de elefante (Elephas antiquus) y fechado hace unos 122.000 años”, detalla Corina Liesau von Lettow-Vorbeck, también coautora y miembro del grupo de investigación de la UAM.

“Las tortugas —agrega— fueron analizadas de primera mano en el Museu geológico de Lisboa, donde se realizó un estudio arqueozoológico, sistemático y tafonómico de los restos. De este modo identificamos los tres taxones comentados y documentamos las marcas de procesado, fracturas, incisiones de descarnado y evidencias de combustión, detalles que nos informan sobre la preparación de los ejemplares”.

“Las huellas documentadas indican que las tortugas fueron colocadas bocabajo a las brasas, sirviendo su propio caparazón de recipiente para asar. Posteriormente se fracturaban sus caparazones para acceder al interior y ser consumidos”, concluye la investigadora.

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