Los primeros humanos también afectaron el ecosistema

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Los investigadores de la Universidad de Pittsburgh y del Long Term Ecological Research (LTER) han concluido que los primeros humanos dejaron una huella mayor en el ecosistema de lo que se pensaba. El análisis muestra cómo la acción humana ha provocado cambios en la naturaleza que todavía continúan reverberando a través de nuestro ecosistema.

Uno de los autores principales del estudio y profesor asistente en el Departamento de Geología y Ciencias Planetarias en la “Escuela de Arte y de Ciencias Pitt’s Kenneth P. Dietrich”, Daniel Bain, explica que el estudio de los efectos del legado de nuestros antepasados es importante porque proporciona una visión de cómo las acciones de hoy pueden afectar a los sistemas ecológicos del futuro.

Los primeros humanos también afectaron el ecosistema

Para Bain, los que tienen que aprender son los responsables de la toma de decisiones que afecten al ecosistema: “Cada vez más, se proponen estrategias sofisticadas y complicadas para gestionar nuestros ecosistemas. Sin embargo, el diseño de estas estrategias tiende a abordar el impacto más reciente, en lugar de toda la historia de los impactos. Esto puede conducir a un esfuerzo inútil y a un mal uso de los limitados recursos”.

Bain alerta de que los efectos heredados de las actividades humanas están constantemente a nuestro alrededor y que pocas personas se preocupan por ello. Por ejemplo, los sistemas urbanos acumulan una gran cantidad de materiales artificiales, algunos de los cuales son capaces de dejar una importante huella ecológica.

Este es el caso del plomo, que ha sido excluido de la gasolina y de la pintura en los Estados Unidos desde hace varias décadas, pero puede permanecer en el suelo por periodos mucho más largos de tiempo, lo que implica que hay que tener cuidado con el cultivo de alimentos cercanos a las carreteras o a las casas viejas.

El investigador comenta que sin una recolección sistemática de datos por parte de la red LTER, los patrones geográficos más amplios de los efectos de la herencia del pasado sería mucho más difícil de detectar. Por ejemplo, los científicos han descubierto que las zonas de reciente glaciación tienen mucho menos lodo que las zonas que no la tuvieron.

Cuando los europeos llegaron por primera vez la costa este de los Estados Unidos y cambiaron radicalmente las prácticas agrícolas locales, el suelo erosionado se abrió paso hasta las vías fluviales. Sin embargo, las zonas de glaciares produjeron menos lodo, dejando menos señales de la presencia de la erosión. En cambio, las zonas que no sufrieron una glaciación, formaron grandes cantidades de lodo, dejando como legado como valles enterrados.

No obstante, Bain afirma que, «aunque los sitios LTER tienen décadas de datos a los que acceder”, no siempre reflejan esos cambios: “Es difícil saber que podríamos haber sido capaces de entender si el LTER se hubiera creado hace seis o nueve décadas, en lugar de tres”.

Otra ventaja importante del enfoque de LTER es la red de científicos que se crea y que en conjunto pueden diseñar un estudio, analizar los datos y producir un trabajo sintético de manera eficiente. Si este tipo de análisis histórico fuera realizado por un pequeño equipo de científicos, llevaría mucho más tiempo y tal vez se limitase a una escala geográfica menor.

University of Pittsburgh

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