Los reyes aqueménidas pagaban a los trabajadores en plata pero los llamaban ‘esclavos’, según tablillas descifradas

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El arqueólogo iraní Soheil Delshad descifró 33 tablillas de arcilla encontradas en la década de 1930 en el sitio arqueológico de Persépolis, la que fuera capital del imperio persa aqueménida y que destruyó Alejandro Magno en el año 330 antes de nuestra era.

Algunas de las tablillas descifradas resultaron ser una especie de nómina que contiene información sobre qué trabajadores recibían salarios y la suma que le correspondía a cada uno. Asimismo, también especifican que algunos de estos sueldos eran pagados en plata, que salía de la tesorería real.

Según el arqueólogo, los 136 hombres que recibieron un sueldo en plata fueron descritos como albañiles y también, posiblemente, yeseros.

Las inscripciones están en lengua elamita, el idioma, actualmente muerto, que hablaban los habitantes del país de Elam, que incluía la región que se extiende desde la llanura mesopotámica hasta las tierras altas iraníes.

La mayoría de las tablillas se remontan a la época de Darío I, también conocido como Darío el Grande, el tercer rey de la dinastía aqueménida, que gobernó desde el 522 a.C. hasta su muerte en el 486 a.C., informa Tehran Times.

Esta es la primera prueba documental de este tipo, y una muy importante. Darío I, uno de los más grandes gobernantes de la dinastía aqueménida, destacó por su genio administrativo y sus grandes proyectos de construcción.

Sin embargo, aún no se sabe exactamente cuál era la posición de los esclavos en el enorme imperio aqueménida, el más grande de su época, cuyos confines se extendían desde Etiopía, a través de Egipto, Grecia, Anatolia, Asia Central y la India.

Una cosa es segura: la esclavitud existía, y en diferentes partes del imperio la actitud hacia los esclavos variaba enormemente.

Sin embargo, la palabra que significaba ‘esclavo’ con sentido denigratorio fue utilizada por Darío I en sus nombramientos a sus jefes militares y sátrapas (administradores de provincias).

De allí que los autores griegos de la época afirmaran que en sentido figurado todos los habitantes del imperio persa eran ‘esclavos’ del rey. 

Debido a esa confusión lingüística varios historiadores han argumentado que todos los trabajadores empleados en contratos gubernamentales (básicamente de construcción) eran ‘esclavos’.

El trabajo de Soheil Delshad pone el tela de juicio esta divulgada opinión, ya que a aquellas personas que realmente eran esclavas, en el sentido que entendemos actualmente el término, no se les pagaba en plata y no aparecen en los registros de contabilidad antigua.

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