En el mes de febrero lanzamos un post sobre los últimos descubrimientos en la tumba de Amenhotep Huy, visir de finales de la Dinastía XVIII, que mostraban evidencias de una corregencia entre Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV, posteriormente Akenatón, faraón que impulsó la revolución de Amarna y estableció el monoteísmo de Atón como religión oficial del estado.
Ayer por la mañana ha tenido lugar en el Instituto Egipcio de Madrid una rueda de prensa en la que el Dr. Francisco Martín, que dirige las labores arqueológicas en la tumba del visir, ha explicado los últimos avances en la investigación del sitio y las contribuciones del mismo a la ciencia histórica de la egiptología.

Las excavaciones, que se iniciaron en 2009 y aún continúan sus trabajos, han sido organizadas por la Misión Arqueológica Española y han contado con el patrocinio de la fundación Gaselec de Melilla. Del mismo modo, se ha procurado la colaboración y apoyo del Ministerio de Antigüedades de Egipto.
La tumba del visir se adscribe a los años 1360 a 1353 a.C. aproximadamente y se encuentra en la necrópolis de El Asasif, al oeste de Luxor. Se trata de la tumba más grande de la necrópolis tebana perteneciente a la Dinastía XVIII, con unos 1.000 metros cuadrados de extensión aproximadamente, a los que hay que añadir casi otros 500 de patio exterior.
Del visir Amenhotep Huy se conocen pocos datos, si bien las referencias en la tumba a los reyes Amenhotep III y IV revelan informaciones de vital importancia que sin duda cambian la concepción que se tenía del período final de la dinastía. Se sabe que su memoria fue perseguida post mortem y que su sepulcro fue víctima de numerosos saqueos, pues además de ser una tumba inacabada, se encontró una escultura a la que habían arrancado los brazos y la cabeza.
Pero lo más interesante que plantea es que estos vestigios muestran evidencias de primer orden que apoyan la llamada «teoría de la corregencia larga» entre Amenhotep III y su hijo. El hecho de que ambos pudieran haber compartido el trono es, en palabras del director, «un dilema histórico« que ha suscitado quebraderos de cabeza y controversias entre los expertos en egiptología.
La teoría sostiene que en torno a los años 28 y 30 del siglo XIV a.C., año en que se celebró la fiesta de renovación del espíritu del faraón (llamada Heb Sed) de Amenhotep III, se solaparon los reinados de éste y su hijo Amenhotep IV, el futuro Akenatón que iniciaría la primera revolución monoteísta de la historia de la humanidad.
La hipótesis de la corregencia trata de llenar el vacío histórico y documental del período conocido como «los cinco años tebanos» de Akenatón, el lapso de tiempo que pasó en Tebas antes de trasladar la corte a Amarna, establecer allí la capital del reino faraónico e impulsar la reforma religiosa.
Las evidencias más relevantes se han extraído principalmente de cartuchos de caliza desprendidos de cuatro de las seis columnas que soportan la capilla, que se han encontrado tanto en el interior como en la vía procesal. Los jeroglíficos inscritos hacen referencia al Heb-Sed de Amenhotep III del año 30, así como al nombre de coronación de su hijo, por entonces Amenhotep IV, constituyendo los primeros indicios arqueológicos que reúnen dentro del mismo sitio referencias a ambos como «hijos de Ra» y «reyes del Alto y Bajo Egipto«.

Las aportaciones de este descubrimiento a la historia del Antiguo Egipto son excepcionales: en primer lugar, porque además de corroborar sustancialmente la teoría de la corregencia, plantean otras cuestiones conexas como la posibilidad de que ambos faraones consensuaran juntos en ese período la iniciativa revolucionaria.
En segundo lugar, porque transforman la cronología tradicional de la Dinastía XVIII, que quedaría enmarcada entre los años 1543 y 1285 a.C., con el solapamiento de ambos reinados.
Y en tercero, porque además ponen sobre la mesa planteamientos análogos como la cuestión de la paternidad de Tutankamón, ya que si es cierto que la corregencia duró cinco años, sería admisible que el padre del célebre Tutankamón fuese el propio Amenofis III.
El profesor Francisco Martín ha insistido en la necesidad de reconocer este descubrimiento como «un logro de la ciencia española» y ha informado que aún quedan muchos trabajos por terminar, como la excavación del patio y la puesta en valor del yacimiento.
Esta última consiste en la restauración con avanzadas técnicas de la capilla y las columnas, que incluirán a medio plazo la fijación a las mismas de los cartuchos de caliza desprendidos en sus ubicaciones originales, para poner al servicio del turismo un monumento abierto al público. También, la redacción, publicación y difusión de los estudios y artículos pertinentes en torno al descubrimiento y la validez de la teoría de la corregencia, con el fin de proporcionar fuentes documentales y bibliográficas a la investigación histórica.