El análisis de 21 momias infantiles de diferentes etapas del antiguo Egipto, arrojó un resultado llamativo para los investigadores quienes vieron como una de cada tres momias estudiadas, mostraba que el momificado había padecido anemia.
Las momias tenían una edad que abarca de uno a catorce años de vida, logrando observar gracias a los análisis radiológicos no solo el cráneo y su bóveda sino también los huesos faciales junto al esqueleto, en los que identificaron la anemia además de otras enfermedades como talasemia.
Gracias a las tomografías computarizadas los investigadores pudieron observar las momias, sin necesidad de retirar el material que las cubría, estudiando con mejor detalle cada uno de los restos humanos.
A pesar de que siete de las veintiuna momias estudiadas arrojaron resultados de anemia, estos especímenes no hacen referencia a una sola comunidad, por el contrario son una colección de varios períodos diferentes.
De igual manera, los resultados no dan cuenta de que la anemia haya sido la causa de muerte de estos infantes.