Nuevo estudio de ADN a ‘Pepita’, la momia más antigua de México

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Pepita” era una niña de apenas dos años y medio de edad al morir, posiblemente de una enfermedad pulmonar, en el 300 a.C. Hoy es una de las momias más antiguas de México.

Desde 2002, cuando fue descubierta por pobladores de la comunidad de Altamira, en la Sierra Gorda de Querétaro, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con apoyo de otras instituciones, le ha hecho varios estudios y tratamientos de conservación; actualmente forma parte de la colección de cuerpos momificados que se exhibe en el Museo de El Carmen.

En el marco de la exposición ‘Momias. Ilusiones de vida eterna’, el recinto organizó un ciclo de conferencias para ampliar el conocimiento del público sobre estos acervos que, además de despertar fantasías, son importantes portadores de información sobre las sociedades del pasado.

La momia “Pepita”, bautizada así por la gente que hizo el hallazgo, fue abordada en la primera jornada por la arqueóloga Elizabeth Mejía Pérez, investigadora del Centro INAH-Querétaro, quien ha estado al frente del equipo multidisciplinario que investiga el ejemplar desde que el Ministerio Público lo pusiera en manos del INAH, luego del reporte de los pobladores serranos.

De entrada, la arqueóloga dijo que en Querétaro se sabe poco de la presencia de momias, sin embargo, se han hallado tres especímenes, entre ellos “Pepita”, una de las más antiguas de México y que “nos ha desvelado aspectos relativos al poblamiento temprano de la Sierra Gorda», a través del proyecto de investigación multidisciplinario al que ha sido sometida, en coordinación con diversas áreas del INAH y apoyo de otras instituciones como la UNAM.

“A pesar de que ya pasaron 17 años del hallazgo, seguimos trabajando en su estudio porque el avance tecnológico va tan rápido que nos permite continuar obteniendo información valiosa de estos cuerpos”, destacó.

Elizabeth Mejía recordó que, al principio de la investigación, a “Pepita” se le hizo un estudio de ADN y hoy, 15 años después, está en proceso otro de ADN total “que viene a significar un enorme avance para la ciencia, porque antes se buscaban cosas específicas y hoy puedes tener todo, por ejemplo, si hay evidencia de enfermedad es posible rastrear el gen de la patología específica. Cuando apareció esta momia infantil no teníamos esa oportunidad.

Suponemos que ‘Pepita’ murió a causa de una enfermedad pulmonar provocada por el frío, y quizá un cambio brusco de temperatura la llevó a la desecación tan rápida; es una interrogante que se investigará con el ADN total, porque permite identificar el gen específico de una infección”, reiteró la arqueóloga.

Nuevos estudios de ADN para conocer el linaje de ‘Pepita’

Los resultados de ADN anteriores indican que el grupo genético materno de la niña corresponde al centro norte del país; “no se puede definir su filiación étnica, pero sabemos que es norteña. Y si nos atenemos a ciertas definiciones, sería chichimeca por linaje materno”, dijo Elizabeth Mejía tras referir que con los nuevos estudios de ADN se podrá también recuperar la información genética paterna.

La arqueóloga supone que el linaje paterno debe corresponde a la misma gente norteña, “esto a partir de elementos que acompañaban al entierro y que hablan de que ambos padres pertenecían al mismo grupo, pero esa es una de las sorpresas que nos guarda el ADN total”.

Además de los nuevos estudios genéticos, aún en proceso, a la momia de la niña se le revisó la piel con microscópico electrónico de barrido, para confirmar si antes de su muerte fue bañada o lavada con alguna sustancia.

La arqueóloga tiene la hipótesis de que así ocurrió, aunque no puede definir si se trató de un ritual o tratamiento curativo, tampoco si fue antes o después de su muerte. Lo que ya arrojó el estudio es que efectivamente, la piel tiene evidencias de algún baño.

La investigadora adelantó que los resultados serán publicados en una revista científica; en tanto, recientemente se tomó la muestra para el nuevo estudio de ADN, cuyo análisis comenzará en breve.

El Proyecto de la Zona Arqueológica de Toluquilla

A raíz del hallazgo de “Pepita”, el INAH conformó un proyecto de investigación bajo el financiamiento del Proyecto de la Zona Arqueológica de Toluquilla.

La región norte del estado, donde se asienta la Sierra Gorda, es agreste, de montañas y grandes cañadas, con lugares que alcanzan los 600 metros sobre el nivel del mar, y la zona de las montañas los 3.000 metros.

Ahí está la Zona Arqueológica Toluquilla, la más grande del estado de Querétaro, posiblemente, de donde haya provenido la pequeña momia, toda vez que es el asentamiento más cercano a la cueva en la que se le dio sepultura, dijo Elizabeth Mejía Pérez.

“Pepita” fue trasladada al Museo del Templo Mayor, en la Ciudad de México, donde la abordó un equipo multidisciplinario, encabezado por Ximena Chávez Balderas. Se le hizo limpieza mecánica, se estabilizó y se controlaron las condiciones de temperatura y humedad para su conservación.

Asimismo, luego de un minucioso estudio de laboratorio realizado en la UNAM, fue objeto de un tratamiento para retirarle hongos. También le tomaron muestras para diversos análisis y le diseñaron una guarda.

La cueva donde fue enterrada “Pepita” también fue explorada. El bulto mortuorio fue emplazado dentro de una de las cámaras de la cueva, a unos 40 centímetros de profundidad, rodeado por materiales orgánicos de origen vegetal y animal: pencas, hojas de palma, biznagas, espinas, bagazos, cordeles y plantas arbóreas que pertenecen al medio que rodea al sitio.

Entre los materiales también había restos de textiles elaborados en algodón con pigmento, “esto es importante porque en la sierra no crece algodón debido a que la altura la hace un lugar muy frío”, destacó la investigadora.

Asimismo, la momia infantil tenía asociadas plumas de ave, que fueron analizadas por la bióloga del INAH, Norma Valentín, quien las identificó como plumas cobertoras secundarias de una cigüeña blanca (Mycteria americana), ave migratoria. Lo cual indica intercambios con otras latitudes, dijo Elizabeth Mejía Pérez.

Antes del hallazgo de “Pepita” ni siquiera se sabía que había ocupación humana en la región de Toluquilla, comentó la arqueóloga, luego de indicar que en algún momento se pensó que la población de este sitio comenzó en 600 d. C., “y el que apareciera esta niña de 300 a.C. es un gran hallazgo”.

En la primera jornada del ciclo de conferencias también participaron los antropólogos físicos José Concepción Jiménez y Perla Estrella Pérez; el primero, coordinador del ciclo y curador de la exposición, se refirió a las costumbres funerarias, las cuales tienen implícitos varios elementos de tipo económico, social, político y cultural, y todo eso está plasmado en un cuerpo momificado.

Además, expuso sobre las formas de enterrar a los muertos durante la época prehispánica, diferentes en cada grupo cultural; así como en la etapa colonial, en la cual cambió todo el sistema de enterramiento, y esa modificación se puede ver en las momias.

La antropóloga física Estrella Pérez abordó el proceso que sigue el cuerpo humano cuando deja de tener vida, desde los fenómenos tempranos, como la rigidez, las manchas cutáneas color violeta, pérdida de temperatura, evaporación del agua y hundimiento del globo ocular; hasta los procesos tardíos inmediatos: destructores, como la putrefacción, y conservadores, como la momificación.

Asimismo, se refirió a los procesos de momificación natural, artificial y natural intencionada.

Vía INAH.

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