Nuevos descubrimientos en los alrededores de las pirámides de Guiza

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Manuel Álvarez Esteban
Romántico, en el sentido artístico de la palabra. En mi adolescencia tanto familiares como amigos me recordaban una y otra vez que era un humanista empedernido, pues pasaba el rato haciendo lo que quizás otros no tanto, creyéndome Bécquer, inmerso en mis propias fantasías artísticas, en libros y películas, deseando constantemente viajar y explorar mundo, admirado por mi pasado histórico y por las maravillosas producciones del ser humano. Por ello decidí estudiar Historia y simultanear con Historia del Arte, porque me parecía la manera más adecuada de llevar a cabo las habilidades y pasiones que me caracterizan: leer, escribir, viajar, investigar, conocer, dar a conocer, educar. La divulgación es otra de mis motivaciones, pues entiendo que no hay palabra que tenga valor real si no es porque haya sido transmitida con eficacia. Y con ello, tengo la determinación de que todo lo que haga en mi vida tenga un fin didáctico.

En el altiplano de Gizeh, el lugar donde se encuentran las tres majestuosas pirámides faraónicas del Imperio Antiguo, se han desenterrado los restos de una antigua mansión que parece haber sido habitada por personas de la alta sociedad hace 4.500 años.

El emplazamiento ha sido descubierto en una base a tan sólo 400 metros al sur de la famosa y enigmática Esfinge de Guiza. Además de los cimientos de la antigua vivienda, se han hallado en un montículo cercano vestigios óseos de reses y dientes de leopardo, que sugieren que estaba habitada por oficiales reales de alto rango social.

yacimiento piramides egipto

La residencia consta de un total de 21 habitaciones y forma parte de toda una ciudad portuaria que data del Imperio Antiguo (entre el 2649 y 2150 a. C), más concretamente de tiempos del faraón Micerinos, que construyó la tercera y menor de las  tres Grandes Pirámides de Gizeh.

Las investigaciones se han presentado en un simposio organizado por la Sociedad para el Estudio de Antigüedades Egipcias, en el que ha participado el principal promotor del descubrimiento, el egiptólogo Richard Reeding. De acuerdo con sus declaraciones, los alrededor de 100.000 huesos de ganado analizados no superan los 18 meses de edad, por lo que se trata de ganado lechal que sirvió como alimento para la gente que vivía en la casa. Esto supone que hablamos de habitantes de muy elevado status social, pues sólo ellos podían permitirse comer carne de este tipo en abundancia.

Además, los dos pares de dientes de leopardo encontrados entre los restos del montículo y de la propia vivienda avalan estas hipótesis. Al encontrarse aislados, sin un esqueleto completo de leopardo, sugieren que podrían haber formado parte de la indumentaria de la alta sociedad, incluida la de la familia real. Analizando pinturas murales del Imperio Antiguo, Reeding descubrió que muchos miembros de la alta jerarquía se vestían con pieles de leopardo incluso cubriendo su propia cabeza con la del animal, por lo que estos dientes podrían haberse desprendido de alguno de estos vestidos.

Por otro lado, otras evidencias concretan más la teoría de Reeding. Durante el barrido de pinturas murales el egiptólogo se percató de que la clase de huesos más repetida en las escenas de ofrendas eran las extremidades anteriores, y apenas aparecían las posteriores como tributo a las deidades. En el sitio se encontraron sobre todo huesos de las patas traseras del ganado y no delanteras, por lo que es posible que en la casa se hubieran alimentado con los restos de las ofrendas, es decir, con lo que sobraba tras entregar a la divinidad las extremidades delanteras.

Yendo un poco más allá, Redding ha determinado que en las zonas del complejo residencial donde hay mayor concentración de extremidades delanteras de animales es donde se realizaban los tributos divinos. Y también la presencia de silos de grano como almacén de provisiones para cocinar pan y utilizarlo como ofrenda nos hablan de que se trata de un lugar dedicado a prácticas religiosas.

A esperas de futuras exploraciones, las conclusiones de Reeding señalan la posibilidad de que se tratara de una residencia de lujo habitada por sacerdotes del culto real. Las dataciones parecen ubicar el complejo en un llano donde antaño había una pequeña ciudad en la que vivía la gente que trabajaba en la construcción de la Pirámide de Kefren.

Para concluir, un comentario importante. El Antiguo Egipto, el país de Kemit como lo llamaban sus habitantes, está aún por descubrir. Todavía hoy, aun con todo lo descubierto, es mucho lo que nos puede ofrecer la arqueología egipcia y aún hay abundantes lagunas en la historia del Egipto faraónico que deben llenarse. Parece como si nunca nos fuera a dejar de sorprender.

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