Nuevos hallazgos en Qeiyafa reabren el debate sobre la veracidad histórica de la Biblia

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

El arqueólogo de la Universidad Hebrea, Yosef Garfinkel, está excavando un yacimiento conocido como Hirbet Qeiyafa, localizado en los montes de Judea, no muy lejos de la ciudad actual de Beit Shemesh. El pasado martes presentó en Jerusalén una serie de objetos que ha conseguido recuperar de las ruinas.

Yacimiento de Qeiyafa en Israel

Entre todos los que mostró destacaron dos modelos de santuarios, uno de arcilla y otro de piedra. La particularidad de estas dos representaciones es que concuerdan con la descripción arquitectónica de los templos que aparece en la Biblia, por lo que se abre de nuevo el debate sobre si el texto sagrado está basado en hechos reales o no. Para Garfinkel, el descubrimiento refuerza la teoría de que la ciudad que estuvo en ese yacimiento hace 3.000 años fue habitada por israelitas y era parte del reino gobernado desde Jerusalén por el bíblico rey David.

Desde que se descubrió Qeiyafa, ha sido considerada como una de las excavaciones más importantes en el mundo de la arqueología bíblica. Garfinkel defiende que la existencia de una ciudad fortificada en el yacimiento apoya la idea de que hubo un reino centralizado, tal y como se describe en la Biblia.

Los arqueólogos están divididos sobre si el rey David fue una figura histórica o no, pero es sólo un punto concreto de una disputa que refleja un debate más amplio sobre si la Biblia es un registro preciso de los eventos de esa época. Algunos estudiosos piensan que el texto es una narración de la realidad histórica de la época, mientras que otros creen que es enteramente mítico y basa sólo una pequeña parte en fragmentos reales.

Garfinkel se encuentra entre los primeros y cree que sus hallazgos en el yacimiento apoyan la idea de que la Biblia está basada en hechos reales: “Hay una disputa aquí que está por encima de la datación de cualquier yacimiento: la Biblia entera está siendo juzgada”.

Los modelos de los santuarios que se han excavado podrían haber sido usados en prácticas rituales. Uno de los modelos, el que está hecho de arcilla, incluye una puerta principal y dos columnas, además de elementos decorativos como dos leones en la entrada y tres pájaros en el tejado. Garfinkel sugiere que las columnas se asemejan a las del templo de Salomón, que aparece en la Biblia.

Yosef Garfinkel con un modelo de templo de piedra, que se encontró en Qeiyafa

El arqueólogo israelí piensa que el aspecto más notable de los hallazgos de Qeiyafa es aquello que no se ha encontrado. Los excavadores no han hallado rastro alguno de estatuillas de animales o personas, algo común en otros yacimientos. Esto sugiere que los residentes vivían con la prohibición de tener representaciones de ídolos. Además, los arqueólogos del yacimiento han encontrado miles de huesos de oveja, cabra y ganado, pero ninguno de cerdo, lo que indica que llevaban una dieta sin dicho animal.

Para Garfinkel esto es una prueba clara de que se trata de una ciudad israelí: “La gente en el yacimiento obedecía dos mandamientos bíblicos: no comían carne y tampoco tenían imágenes de sus santos”.

Por otra parte, la naturaleza fortificada del asentamiento en Qeiyafa es importante, ya que los expertos que reclaman que no había un reino organizado en Judea en tiempos de David, han basado esa conclusión en parte en una ausencia de ciudades fortificadas. El motivo es que la construcción de esas ciudades requería una administración centralizada. Qeiyafa podría demostrar que esas ciudades existieron en realidad, lo que significaría que podría haber habido un reino centralizado como el que se describe en la Biblia.

Otros estudiosos han avisado de que hay que ser cautelosos en cuanto a las conclusiones que se pueden sacar de lo hallado en Qeiyafa. Ese es el caso del arqueólogo de la Universidad de Bar-Ilan, Aren Maeir: «Los modelos de santuarios del tipo que se presentaron el martes han sido encontrados en otros muchos yacimientos, pertenecientes a otras culturas locales y todos ellos guardan similitud con la arquitectura descrita en la Biblia. Y la existencia de leones y pájaros en el modelo de arcilla debilita la afirmación de que no se han encontrado figuras de gente o de animales en Qeiyafa”.

Sin embargo, Maeir sí que reconoce que Qeiyafa fue habitada por israelíes, aunque sostiene que las líneas culturales entre los propios israelíes son “mucho más difusas y variadas de lo que se describen habitualmente”. Para el arqueólogo, los nuevos hallazgos no prueban de forma concluyente “quiénes eran los habitantes” ni tampoco añaden nuevas pruebas para “ninguno de los bandos” de los arqueólogos bíblicos.

Las ruinas de Hirbet Qeiyafa fueron encontradas en 2003 por Saar Ganor, un explorador de la Autoridad de Antigüedades de Israel, quien contactó con Garfinkel y la excavación empezó en 2007. Al año siguiente, Garfinkel dio con uno de los primeros objetos más relevantes: un casco de cerámica que contiene el ejemplo de escritura hebrea más antiguo que se ha encontrado. Este descubrimiento significó, según Garfinkel, que hace 3.000 años atrás los israelíes podían registrar eventos y transmitirlos de la misma forma que la Biblia fue compilada cientos de años después.

Times of Israel

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