Planean terminar la fachada de la Basílica de San Lorenzo en Florencia con los planos de Miguel Ángel

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Marcelo Ferrando Castro
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En Florencia hoy en día se habla de una sola cosa: la propuesta formulada por el alcalde de la ciudad de completar la fachada de la famosa Basílica de San Lorenzo, que debió haber realizado Miguel Ángel en el siglo XVI.

El gran artista fue comisionado por el Papa León X para construir el frente de la iglesia, una de las más antiguas de Florencia, haciéndola de mármol blanco de Carrara. Sin embargo, cuando la carga financiera de la compra y transporte de las enormes piezas de mármol del norte de la Toscana se hizo evidente, el Papa abandonó el proyecto y le asignó a Miguel Ángel el trabajo en otra parte de la iglesia.

Acalorada discusión en Florencia sobre la fachada de la Basílica de San Lorenzo

La construcción de la fachada nunca se inició, y todo lo que queda de ese acontecimiento son unos cuantos bocetos y una maqueta de madera de cómo Miguel Ángel planeaba hacer la fachada hace casi 500 años.

Ahora, el alcalde de Florencia Matteo Renzi, quiere dar vida a los planes del artista a modo de homenaje y acabando la fachada en el año 2015, cuando se cumplan los 500 años de la primera asignación.

Pero esto es objeto de controversia tanto entre los residentes de la ciudad como de los historiadores del arte. Algunos creen que la fachada de ladrillo sin terminar debe permanecer tal y como está, a modo de testimonio histórico. Otros dicen que la oportunidad de terminar ese trabajo sería una bendición para los artistas italianos y se alegran con la idea de que la monótona Iglesia cobre vida con una nueva fachada.

“Por un lado, muchos no quieren cambiar algo que está así desde hace siglos”, afirmó Waldemar de Boer, historiador de Florencia especializado en el Renacimiento italiano al Toronto Star. “Pero por otro, Florencia tiene una larga historia en acabado de fachadas de Iglesias en etapas tardías. Creo que el sentimiento general en la mayoría de los residentes es, sin embargo, no tocar la Basílica”.

EN el año 1419, el famoso arquitecto renacentista Filippo Brunelleschi inició la construcción de la estructura principal de la Basílica de San Lorenzo, pero murió en 1446 dejando gran parte del edificio sin terminar, incluyendo la fachada.

En 1515, el Papa León X, miembro de la poderosa familia Médici que asumió la responsabilidad financiera de la Iglesia en el siglo anterior, encargó a Miguel Ángel la construcción de la fachada.

El artista trabajó en los planos y preparó el material necesario durante tres años antes que el Papa suspendiera el proyecto por los elevados costos que le suponía. Sólo la fachada se preveía que costara más de cuatro veces el costo total de la Iglesia. Los planos muestran que la fachada tendría 12 columnas monolíticas de siete metros de altura y las estatuas serían figuras religiosas de mármol y bronce.

Basílica de San Lorenzo en Florencia

Durante el mismo período, dos miembros de la familia Médici murieron, por lo que el Papa decidió utilizar ese dinero construyendo un mausoleo para su familia. En 1520, Miguel Ángel es reasignado para construir la nueva sacristía de la Basílica, abandonado definitivamente la fachada.

Probablemente fue el momento más decepcionante en la carrera de Miguel Ángel”, dice William Wallace, profesor de Historia del Arte en la Universidad Washington en St. Louis y autor del libro “Michelangelo at San Lorenzo: The Genius as Entrepeneur”. “La intención era hacer con ese trabajo su mayor obra de arte. Dijo que sería la cosa más bella que jamás se había hecho en Italia”.

Wallace también comentó al periódico Star que “a pesar que Miguel Ángel es conocido por sus constantes cambios de planes, el creía que debía completar esa fachada a pesar de la controversia que podía causar al menos, inicialmente”.

Los italianos han hecho esto siempre. Tanto la fachada de la Catedral de Florencia como la de la Basílica de la Santa Croce, dos de los monumentos más importantes de la ciudad renacentista, fueron completadas en el siglo XIX”. “Todavía están considerando algunas iglesias renacentistas y han visto que quedan mejor. Las personas están felices observando los edificios terminados”.

Pero Anna Hudson, docente de Historia del Arte en la Universidad de York, dijo que completar la fachada iba a cambiar la relación de la Iglesia con sus feligreses y los residentes locales.

No es una cuestión de qué merece la pena conservar y qué no”, dijo. “Cambiaría el edificio, su legado, y se traduciría en la supresión de otra cosa: la fachada existente, o la falta de ella, que es la máxima representación de esta Iglesia”.

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