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La Noche de los cuchillos largos, también llamada ‘Operación Colibrí’, fue una purga realizada por la Alemania nazi la noche del 30 de junio de 1934 (que se extendió al 2 de julio).
Esa noche, Adolf Hitler, impulsado por Hermann Göring y Heinrich Himmler, ordena a sus tropas asaltar el cuartel general de las poderosas SA, la Sturmabteilung, una poderosa organización paramilitar, brazo del NSDAP, comandadas por quien fue su fundador en 1931, Ernst Röhm.
En la Noche de los cuchillos largos, tanto Röhm, que se encontraba presidiendo una reunión, como el ex dirigente nazi Gregor Strasser y el ex canciller el general Von Schleicher, fueron arrestados, junto con todos los demás dirigentes.
Ellos tres fueron ejecutados por la Gestapo, acusados por Hitler de conspiración para realizar un golpe de estado, el llamado Röhm Putsch.
Diferentes observadores políticos han concluido que, en realidad, se trató de una maniobra del líder nazi para centrar en sí mismo el poder.
Causas de la Noche de los cuchillos largos
La causa de esta noche fatídica la encontramos en la presión que ejercía Röhm para integrar al ejército alemán bajo su mando en las SA y así unificarlos, como también en su insistencia en que Hitler lo nombrase Ministro de Defensa.
Hasta ese momento, el ministro era el conservador Werner von Blomberg, conocido por su apodo “León de goma” por su devoción a Hitler; pero pese a ello, no era un nazi, lo cual le granjeaba muchos detractores, entre ellos, el propio Röhm.
Diferencias entre el Reichswehr y las SA
Para comprender el por qué de las diferencias, debemos remontarnos hasta el Tratado de Versalles.
En él, el ejército alemán (Reichswehr), estaba limitado a 100.000 soldados.
Como contrapartida, las SA habían llegado a reclutar a más de 3 millones de hombres a comienzos de 1934.
Ese mismo año, Röhm le presentó a Blomberg un memorándum en donde exigía que las SA sustituyeran al ejército regular, y que la Reichswehr se convirtiera en un complemento de entrenamiento de éstas.
Hitler, como respuesta, se reunió con Blomberg y obligó a Röhm a prometer y declarar que reconocía la supremacía de la Reichswehr sobre las SA, y anunció que éstas actuarían como auxiliares del ejército, y no al revés.
Röhm y el nuevo ejército alemán
Pese a lo anterior, Röhm se aferró a su visión de un nuevo ejército alemán nucleado en las SA, la cual chocaba, a comienzos de 1934, con la visión de Hitler de consolidar y expandir el poder de la Reichswehr.
Eso llevó a que el ejército viera a las SA como una amenaza, algo que comenzaron a visualizar varios de los lugartenientes de Hitler como Hermann Göring, Joseph Goebbels, Heinrich Himmler y Rudolf Hess.
A esto, se le debe sumar el aumento de la violencia por parte de las SA en Prusia, gobernadas por Göring, debido a que Röhm menospreciaba a los prusianos y a parte del ejército alemán proveniente de esa región.
La irrupción de Schleicher
En la primavera de 1934, el ex canciller Kurt von Schleicher vuelve nuevamente a la arena política, criticando el gabinete de Hitler, en tanto que algunos de sus seguidores como von Bredow y Werner von Alvensleben, comenzaron a crear listas con un nuevo gabinete de Hitler.
En este caso, el líder nazi seguiría a cargo, pero planteaban a Röhm como Ministro de Defensa, a Schleicher como vicecanciller y a Gregor Strasser como Ministro de Economía Nacional, entre otros.
La crítica de Mussolini
Tras una serie de acontecimientos dados en junio, cuando Hitler se reunió con Benito Mussolini, comenzó a desatar lo que ocurriría la noche del 30 de ese mes.
Por un lado, las presiones internas sobre Hitler para controlar y dominar a las SA, llegó incluso al propio Mussolini, quien le comunicó al líder nazi que las SA “estaban ennegreciendo el buen nombre de Alemania”.
Este acontecimiento se dio cuando el Barón Konstantin von Neurath, Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, ordenó al embajador alemán en Italia, Ulrich von Hassel, sin el consentimiento de Hitler, que le solicitara a Mussolini que se expresara contra las SA, dada su buena relación con el Duce de Italia.
Si bien las críticas emitidas por Mussolini no llevaron a Hitler a actuar contra las SA, sí que comenzaron a condicionarle en esa dirección.
La «segunda revolución» y Hindenburg
La culminación fue un discurso del vicecanciller Franz von Papen realizado en la Universidad de Marburg, en donde el confidente de Hindenburg advirtió sobre la amenaza de una “segunda revolución”.
Esto llevó a que Hitler se reuniese con Hindenburg, quien le exigió que tomase represalias contra Röhm, advirtiéndole que, de no hacerlo, declararía la ley marcial y entregaría el poder a la Reichswehr.
La purga: la Noche de los cuchillos largos
Tras este aviso, Hitler actuó, ordenando a Himmler y a Heydrich, jefe del Servicio de Seguridad (las SS), se prepararan para la purga, algo aceptado unánimemente por todo su gabinete.
Falsificaron un expediente en donde se sugería que Röhm había recibido 12 millones de reichsmark (casi 25 millones de euros actuales) para derrocar a Hitler.
Esta información, se la enviaron a los principales oficiales de las SS.
A su vez, bajo la dirección de Hitler, Göring, Himmler, Heydrich y Viktor Lutze, elaboraron una lista de personas tanto de las SA como externas para que fuesen asesinadas.
De este modo se llegó al 30 de junio, noche en la que acontece la purga y en donde fueron ejecutados, entre otros:
Ernst Röhm – General jefe de las SA
Gregor Strasser – Presidente del NSDAP hasta 1925
Kurt von Schleicher – último canciller del Reichswehr
Erich Klausener – Líder católico opositor religioso al nazismo
Edgar Jung – colaborador de Franz von Papen
Ferdinand von Bredow – ex jefe de la Abwehr
Karl Ernst – Gruppenführer de las SA
Edmund Heines – Gruppenführer de las SA
Una vez realizada la purga, Viktor Lutze reemplazó a Röhm como jefe de las SA.
Consecuencias de la Noche de los cuchillos largos
La Noche de los cuchillos largos representó un triunfo para Hitler, y un punto de inflexión para el gobierno alemán, estableciendo al Hitler como el líder supremo del pueblo alemán.
Debido a las maniobras realizadas por los principales jerarcas nazis a nivel legal, ningún fiscal pudo avanzar en su intento de emprender acciones legales contra quienes realizaron los asesinatos, dejando de manifiesto de este modo que ninguna ley restringiría a Hitler en su abuso de poder.
Muy interesante propuesta. Gracias