Tras la muerte del criminal nazi Erich Priebke el pasado 11 de octubre a los 100 años de edad, las autoridades italianas barajan la posibilidad de incinerar sus restos para que no quede rastro del responsable de la matanza de 335 civiles (75 de ellos judíos) en las Fosas Ardeatinas en Roma en 1944.
La mayoría de los ex-dirigentes nazis han sido incinerados y sus cenizas esparcidas o enterradas con la máxima confidencialidad para evitar que sus tumbas sean motivo de rituales y peregrinaciones neonazis.
Los antecedentes parecen arrojar luz sobre el caso: Adolf Eichmann, Adolf Eichmann, Rudolf Hess, Martin Bormann, Joseph Goebbels, Sandor Kepiro y Heinrich Himmler, no supusieron un grave problema debido a su carácter confidencial.
Adolf Eichmann: el responsable de logística de la «solución final» murió ahorcado en 1962 tras su juicio en Jerusalén y posteriormente fue incinerado esparciéndose sus cenizas por el Mediterráneo fuera de aguas israelíes.
Rudolf Hess: considerado la mano derecha de Hitler fue enterrado en 1987 en el cementerio de Baviera pero su tumba fue destruida en 2011, sin medios de comunicación presentes ni polémica alguna.
Martin Bormann: secretario particular de Hitler cuyas cenizas se dispersaron en el Báltico fuera de las aguas territoriales alemanas en 1999. La fiscalía de Fráncfort hizo incinerar con antelación la osamenta en el anonimato descubierta en 1972 y que posteriormente en 1998 con ayuda de análisis genéticos se confirmaron como validos.
Joseph Goebbels: El jefe de la propaganda nazi y su familia fueron incinerados por el KGB (servicios secretos rusos) cuyas cenizas fueron esparcidas en el río Elba.
Sandor Kepiro: Sospechoso de haber perpetrado crímenes de guerra en 1942 en Serbia, fue sobreseído en julio de 2011 por falta de pruebas, quizá algo tarde ya que murió el 3 de septiembre del mismo año a los 97 años de edad, figuraba en la lista de los principales criminales nazis que buscaba el Centro Simon-Wiesenthal. Fue enterrado en Sarkad, pequeña ciudad situada a 243 km al sureste de Budapest. El entierro no trajo consigo polémica alguna.
Heinrich Himmler: el jefe de la Gestapo tras suicidarse en 1945 su cadáver fue enterrado en una tumba anónima en algún lugar en la región de Luneburgo (Baja Sajonia).
Hermann Goering, antiguo comandante jefe de la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana), que se suicidó en 1945 durante el juicio de Nuremberg, fue incinerado y sus cenizas esparcidas en el río Isar, afluente del Danubio.
Por último y en contraposición a todos los anteriores casos las circunstancias exactas del suicidio por bala de Adolf Hitler en su búnker en Berlín, en 1945, así como la identificación de sus restos y su destino (al parecer fueron incinerados en el lugar) siguen envueltos en la polémica.
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