Reproducen el traje de la princesa Mixteca 6 Mono o Ñuñuu

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

A través de un trabajo que busca mostrar el papel jerárquico que han tenido las mujeres mixtecas desde el periodo Posclásico (900-1522 d.C.), el cual combina la arqueología vivencial y el recreacionismo histórico, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha reproducido el traje de la princesa 6 Mono o Ñuñuu.

En la realización del atuendo participaron el investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, Daniel Santos Hipólito; el etnohistoriador del Grupo Atlatl México, José Antonio Casanova Meneses; y las tejedoras Cristina y Victoria Aguilar Rojas. La indumentaria es portada por la cantante tlaxiaquense, Edith Aparicio Martínez.

La princesa 6 Mono nació en 1073 d.C., y su nombre deriva de la calendárica prehispánica del día de su natalicio, fue la última hija de la señora 9 Viento y el señor 10 Águila, pero debido a que sus hermanos fueron sacrificados, ella quedó como única heredera del yuhui tayu o señorío de Jaltepec; posteriormente, la llamarían dzico yecu o “Quechquemitl de Guerra”, gracias a sus victorias en combates.

El arqueólogo Daniel Santos indica que esta propuesta, basada en la arqueología vivencial, la cual implica un proceso para repetir un objeto a partir del estudio iconográfico de manuscritos, tiene como objetivo la divulgación científica y echar abajo arquetipos que asocian lo femenino solamente con aspectos domésticos durante la época precolombina. En sus años de trabajo, refiere, no ha encontrado representaciones cerámicas de esta mujer, pero sí en ñee ñuhu (pieles sagradas) o códices.

“Para saber cuáles eran las características de la indumentaria de 6 Mono, recurrí a los códices Nutall, Selden, Colombino y Bodley, en los que es representada como gobernante y guerrera, con un tocado trenzado, orejeras, huipil, falda, quechquemitl (blusa) de serpiente o de guerra y su nombre calendárico; esas referencias simbólicas fueron las que se intentó reproducir, de la manera más fidedigna, en este proyecto”, explica.

Por su parte, José Antonio Casanova, quien ha participado en montajes de este tipo, como la muestra Los guerreros del Monte Tláloc, en 2016, refiere que 6 Mono también aparece en distintas escenas pictográficas, portando muñequeras, collares y armamento bélico.

El especialista utilizó materiales museísticos, como madera de encino con incrustaciones de pedernal para las macanas (yutnu ndaha) y lanzas (tatnu); plumas de ave de corral y caña entretejida en los escudos (yusa), e imitaciones de piedra verde y cascabeles de latón para los adornos del collar y brazos.

Respecto a la manufactura textil, Cristina y Victoria Aguilar tardaron seis meses en su elaboración, mediante el uso del telar de cintura.

Los símbolos del quechquemitl o dzico ostentan los colores de la serpiente de cascabel, vistos en la Lámina 5 del Códice Selden, mientras que los motivos o grecas corresponden a la estera donde se postra 6 Mono, grabados en la Lámina 8 del mismo manuscrito.

Otro aspecto relevante que el equipo consideró fue la proporción antropométrica del traje, a fin de que correspondiera a la constitución de los individuos de la época prehispánica de la región Mixteca, por ello, eligieron como portadora del mismo a la cantante Edith Aparicio Martínez.

“Es un honor haber sido considerada, creo que esta prenda representa un emblema del empoderamiento de la mujer indígena; me enorgullece que fue confeccionado por manos tlaxiaquenses. Traer esta historia visual sobre mi cuerpo permite compartir el conocimiento acerca de los ancestros, la lengua y las raíces que marcan nuestra esencia como habitantes de la Mixteca oaxaqueña”, finalizó Aparicio Martínez.

Una cápsula con los testimonios de los participantes del proyecto fue estrenada en INAH TV, en el marco del Día Internacional de las Mujeres; se buscará exhibirlo en Tlaxiaco, Oaxaca, para promover el sentido de pertenencia entre sus habitantes.

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