Reseña de ‘El arte del bien vivir’ de Joaquín Riera Ginestar

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El placer (hedoné) era el centro de la filosofía y la ética del pensador griego Epicuro de Samos (341-270 a.C).

Había que aprender a vivir, explicaba en el Jardín, su escuela en Atenas, logrando discernir entre los deseos adecuados e inadecuados con vistas a la obtención del mayor placer posible y, con él, de la felicidad (eudaimonía).

Ahora bien, Epicuro no hablaba de los goces obtenidos a costa de grandes males posteriores, sino de unos placeres más sencillos, casi frugales, al alcance de todos y que, sin embargo, podían ayudar a lograr una vida feliz y alejada de los dolores del cuerpo y de las perturbaciones del alma.

¿Siguen siendo válidas hoy, en plena posmodernidad neoliberal, las enseñanzas de este sabio que llegó por primera vez a Atenas el año de la muerte de Alejandro Magno, es decir, hace más de 2.300 años, cuando la Grecia de las polis entraba en decadencia y comenzaba un profundo periodo de crisis?

El profesor e investigador Joaquín Riera Ginestar cree que sí. Y para probarlo ha escrito el ensayo El arte del bien vivir (Almuzara, 2022), una obra en la que resume los principios del epicureísmo, su huella en la historia de la filosofía posterior, especialmente en el vitalismo nietzscheano, y su posible aplicación a los problemas de las sociedades contemporáneas posindustriales.

«El hedonismo clásico, a diferencia del contemporáneo, se enmarcaba bajo unos principios racionales y consideraba la realización del placer no como un escape anestésico y efímero de la realidad, sino como un estado natural y estable libre de perturbaciones, un estado de tranquilidad y equilibro entre el cuerpo (aponia) y la mente (ataraxia) caracterizado por la ausencia del dolor», explica el profesor Riera.

La contemporaneidad, sin embargo, ha asumido la felicidad como el goce apremiante e incesante de placeres variados y efímeros, señala el autor.

Esta obsesión hedonista-consumista ha provocado que el proceso de realización personal, moldeado por la publicidad, se torne hiperpresentista, hiperindividualista y subjetivo, convirtiendo los placeres en fugaces y totalmente insatisfactorios.

«Los placeres en la posmodernidad no se entienden como satisfacción de una necesidad real, sino como la obtención de aquel producto que representa la fantasía y la ilusión concretadas», resume Joaquín Riera.

El suyo es un libro para conocer, desde el prisma de la filosofía clásica helenística, otra manera de alcanzar la felicidad en tiempos turbulentos y nihilistas sin dejarse desasosegar precisamente por la búsqueda compulsiva de esa felicidad (happycracia) y sin identificarla con la vana, alocada y dolorosa obtención de placeres de rápido consumo.

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