A pesar de mostrarse en museos de todo el mundo, esculturas de marfil de hace 3.000 años guardaban un secreto que ahora ha sido revelado: fueron pintadas con pigmentos de colores y decoradas con oro.
Después de los análisis químicos realizados sobre las esculturas fenicias se ha demostrado que contienen trazas de metales invisibles a simple vista. Estos metales se encontraban en pigmentos utilizados en la antigüedad como son el azul cobre egipcio y la hematita a base de hierro. “El marfil no suele contener este tipo de sustancias”, ha explicado Ina Reiche, químico del Laboratorio de Arqueología Molecular y Estructural, en París.
Los expertos sospechaban que las esculturas fenicias podían haber sido pintadas en un principio pero hasta ahora no se había llevado a cabo un estudio que verdaderamente lo demostrara. El equipo dirigido por Reiche utilizó un método basado en rayos X que mostraba la distribución espacial de la distribución no observable al ojo humano.