La temporada alta para concebir hijos en el antiguo Egipto se situaba entre julio y agosto, meses en los que hacía más calor en esta zona.
Investigadores descubrieron recientemente un cementerio en el Oasis Dakhleh, en donde comprobaron que los cuerpos allí enterrados pertenecían a personas que habían vivido en la ciudad de Kellis y que vivieron en una época en la que el cristianismo se extendía con fuerza pero aún las creencias egipcias seguían siendo fuertes.
En total se han descubierto 765 tumbas de las cuales 124 individuos tenían una edad entre 18 y 45 semanas. Los investigadores también han podido establecer los meses en los que murieron ya que las tumbas se encontraban en una posición en la que suele situarse el sol naciente durante el transcurso del año.
La información obtenida sugiere que la temporada en la que se producían más nacimientos se encontraba entre marzo y abril, siendo el plazo para la concepción entre julio y agosto. El plazo en el que las mujeres fértiles solían morir también se encontraba entre marzo y abril, posiblemente debido a su fallecimiento durante el parto. Esta es la primera vez que se establecen patrones de este tipo con información obtenida mediante entierros.
Debido a las creencias sobre la fertilidad y su relación con las inundaciones del Nilo, el verano debe haber sido una época bendecida para la concepción de hijos ya que durante estos meses aumentaba un 20% más sobre la media. Al contrario, en enero era la época más baja para la concepción quizás debido a la extensión del cristianismo que prohibía las relaciones sexuales en tiempos de Adviento y Cuaresma.
Debido a la fuerte influencia que tenían estas creencias, las personas desarrollaron un tipo de anticonceptivos entre los que algunos de los ingredientes eran estiércol de cocodrilo y miel. Sin embargo, a partir de los papiros en los que estas sustancias se detallan no se observa una explicación clara de cómo estas eran introducidas en el cuerpo. Lo interesante de estos ingredientes son sus cualidades como son el ácido en el estiércol y la acción antibacteriana de la miel, lo que podría haber funcionado como un espermicida.
