Un viaje vale más que mil imágenes, pero una fotografía fija siempre su recuerdo

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Tras el sensor de la cámara, la sensibilidad del fotógrafo

El arte de la fotografía se nutre de un conocimiento ulterior a la retención de información natural de nuestro cerebro.

Más allá, ésta urde su plan magistral induciendo al fotógrafo al presagio de los acontecimientos, que tanto puede ser el llamado “instante decisivo” que pregonaba el fantástico genio Henri Cartier-Bresson (1908-2004), como el mismísimo impacto emocional que la imagen suscitará en nosotros en el futuro próximo o lejano tras su toma.

Y aunque su criterio pueda parecer que se aleje de la pericia de cualquier fotógrafo de a pie, la estación vacacional es capaz de despertar a nuestro artista interior de un modo inolvidable.

Evidentemente, en el impacto emocional de una fotografía juega también un importante papel el contexto físico del suceso.

En ese sentido, y por asociación de ideas, esa emoción será muchísimo mayor si la escenografía de la imagen se sitúa en un lugar de destino en el extranjero, a causa de su consecuente exotismo.

Eso sí, ello no nos exime de tomar ciertas precauciones y antecedernos a otras cuestiones, como por ejemplo un camuflaje fino o la solicitud de un permiso electrónico de viaje según el país escogido.

Esto último, al menos, un trámite que a través de plataformas como visaturismo.es puede realizarse muy fácilmente y sin ninguna complicación.

Consejos para fotografiar en países extranjeros

En primera instancia, y recordando que la fotografía es un arte realmente democrático, debemos tener ojo avizor a los acontecimientos que suceden entre nosotros.

Lejos de tener la fotografía típica de postal ante un templo budista o una playa paradisíaca, a menudo la historia se halla en la cultura que exsuda el gentío en un mercado o en su propio lugar de trabajo, especialmente en países orientales o africanos.

Al tratarse de un conjunto galáctico de inputs que suceden al mismo tiempo, es recomendable estar atento y no dejar ningún punto de vista desatendido.

Una tarea que parece difícil, pero que a menudo basta con permanecer quieto en un rincón y observar.

Asimismo, un buen truco que recomiendan muchos profesionales para fotografiar en un país exótico es el de camuflarse con las vestimentas tradicionales del lugar.

Además de servir como un camuflaje idóneo para pasar desapercibido entre la multitud, hecho que agradeceremos profundamente, es también una muestra de respeto hacia la cultura que nos acoge.

En ese sentido, es muy probable que la gente empatice o establezca cierta conexión con nosotros al mostrar esta reverencia a su idiosincrasia, a la par que, en otro caso, esta toma de contacto nos permita acceder a espacios no concurridos por turistas comunes.

Llegado el momento, nos convertiremos prácticamente en antropólogos turísticos conmovidos por el espíritu de una atmósfera distinta y especial.

Esa que nace de las relaciones fortuitas entre individuos que apenas comparten nada salvo una pura, tajante y absoluta condición de seres humanos.

Por no mencionar que, a nivel vital, este encuentro podría llevarnos a tomar una taza de té en una pequeña vivienda ante el mercado de Marrakech compartiendo anécdotas y filosofías tanto trascendentales como mundanas.

En definitiva, una inmersión cultural en toda regla que toma como detonante la aparente inocencia de tomar una fotografía.

Algunos consejos para proteger nuestro equipo fotográfico

Pese a las anteriores recomendaciones, de un cierto tono de amabilidad y sosiego, es preciso tener en cuenta la peligrosidad de ciertos países en cuanto a sus turistas, dándose situaciones que van desde el robo y el hurto asociados a la pobreza del lugar, hasta casos de crímenes más graves por motivos muy distintos, a menudo incluso por parte de las autoridades.

Por ello, es recomendable tener vigente el permiso de viaje si el país de destino lo requiere.

A saber, y según recoge la plataforma visaturismo.es, EEUU, Canadá, Australia, Sri Lanka, Camboya, Egipto, India, Kenia, Myanmar, Nueva Zelanda, Omán, Tanzania y Vietnam.

Como añadido, nuca está de más proteger a conciencia nuestro equipo fotográfico tanto sea portando la mochila ante nosotros, debidamente sellada, como contratando un seguro que dé cobertura a su robo o extravío.

Por supuesto, estos casos se dan con muy poca frecuencia, por lo que, en general, la experiencia de los viajeros incluso en países lejanos suele ser una sensación totalmente opuesta a la hostilidad que a veces imponen el estigma y el prejuicio.

Finalmente, y cuanto a protocolos técnicos, siempre viene bien llevar encima un buen kit de limpieza fotográfica para evitar que el clima de ciertos países, sean tanto lluvias torrenciales y nevadas como tormentas de arena o humedad, erosione nuestro equipo.

Por ello, es preciso informarse sobre la meteorología y el clima típico del lugar, dado que de ello dependerá no sólo el kit que escojamos, sino también nuestra frecuencia de limpieza.

Para todo lo demás, sólo escoger sitio, acudir a él y dejarse llevar por la magia que se esconde tras el objetivo y que, al final, es un reflejo de nuestra propia mirada del mundo.

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