Una momia, muchos sarcófagos

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Jaime Martínez
Actualmente estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, lo que me ha despertado inclinación por la sección internacional, incluida el estudio de idiomas. Por eso, no descarto dedicarme a la docencia. Asimismo me gusta practicar ejercicio físico y pasar un rato agradable charlando con mis conocidos y con gente nueva. Por último, disfruto viajando para conocer la cultura auténtica de cada región del mundo, aunque reconozco que antes necesito informarme lo más posible sobre el lugar que voy a visitar, para disfrutar la experiencia a fondo.

La antigua élite egipcia empleaba varios ataúdes para enterrar a sus fallecidos, con lo que por cada momia se hallan más de ocho ataúdes uno dentro del otro. El objetivo era asegurar la transformación del fallecido a dios, según Anders Bettum, egiptólogo del Departamento de Cultura de Lenguajes y Estudios Orientales, de la Universidad de Oslo.

sarcofagos de momias

Este experto añade que el empleo de varias capas de ataúdes es una práctica  desconocida en la cultura egipcia. Sin embargo, es similar a las cajas chinas y rusas, que recuerdan a una especie de nido formando un conjunto unificado.

El rey Tutankamon (1334-24 a.C.) fue enterrado en más de ocho ataúdes”, declara Bettum. Esta práctica tenía la función de representar la élite de la sociedad, y conectar al difunto con  Osiris, el rey de la vida ultratumba, y  Amón-Ra, el dios creador y del sol.

Los rituales y mitos que tenían lugar durante los 70 días que duraba un funeral están marcados por dentro y por fuera de los ataúdes y en su composición, para reflejar la perspectiva que la civilización egipcia poseía de la vida.

Esta decoración  reforzaba la conexión entre los mitos de Osiris y Amón-Ra y la del cuerpo momificado que portaba una peluca con franjas azules y rostro pálido. Además, el ataúd era pintado de amarillo y barnizado como si fuera oro. En caso de los más apoderados, los bañaban en oro. Este color dorado representa la luz y origen del sol. La decoración invoca la llegada de Osiris al trono a las 6 de la madrugada y la unión con otras dos deidades, como muestra el mito. Según la cultura egipcia, esta unión desencadena la regeneración de la naturaleza y garantiza la eternidad del fallecido.

Asimismo, Bettum enfatiza el hallazgo de las capas internas de la carcasa que datan de la decimonovena dinastía (1292-1191 a.C.), pues muestra la moda de la época. Así, la capa más interna representaba el objetivo de la transformación tras la muerte, “el estado de paraíso” al que el difunto aspiraba y que implicaba una vuelta al antiguo “uno mismo”.

Aunque en algunas ocasiones se hallan los nidos de ataúdes completos e intactos, la mayoría se han desmontado y se exponen en museos por todo el mundo. Bettel apoya la cooperación para juntar estos ataúdes en una misma zona, pero los intereses y las leyes de los países suponen una barrera hasta ahora infranqueable.

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