Vlad Tepes, el príncipe que dio origen al mito de Drácula

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María Santiago
Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, desde pequeña me he sentido atraída por el mundo de la información y la producción audiovisual. Pasión por informar y ser informada de cuanto acontece en cada rincón del planeta. Asimismo, gusto por formar parte en la creación de un producto audiovisual que posteriormente entretendrá o informará a la gente. Entre mis intereses se encuentran el cine, la fotografía, el medio ambiente y, ante todo, la historia. Considero fundamental conocer el origen de la cosas para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Interés especial en curiosidades, misterios y sucesos anecdóticos de nuestra historia.

Si hay un personaje literario que conoce todo el mundo y que últimamente está de moda es Drácula. Personaje que dio pie al origen de los vampiros, lo cierto es que está basado en un personaje real, un hombre que aunque no fue un vampiro, como el personaje del libro de Bram Stoker, cometió las más impensables crueldades, por lo que no es de extrañar que sirviera de ejemplo para la creación del personaje literario. Además, era primo lejano de Elisabeth Bathory, considerada la Drácula femenina. Se trata de Vlad III, más conocido como Vlad el Empalador o Vlad Draculea.

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Vlad Tepes, «el Empalador»

Nació en Sighisoara, Transilvania, en 1431, fruto de la unión de Vlad II, apodado ‘El Diablo’ y Caballero de la Orden del Dragón, y Cnaejna de Transilvania. Su infancia fue bastante dura, recrudeciéndose cuando a la edad de 13 años fue entregado junto con su hermano Radu a los turcos como rehenes entre los años 1444 y 1448. De religión cristiana, tuvo que convivir con gentes musulmanas y con otra lengua distinta a la suya.

La razón por la que su padre le había entregado como rehén como garantía de que no iba a volver a atacar a los turcos. Sin embargo, tiempo después, rompió su promesa, lo que puso a Vlad en una dura situación en la que se le sentenció a muerte. Tuvo suerte y el sultán Murat II, que le había criado, le perdonó la vida. Así ganaba méritos ante su enemigo.

Cuando terminó su exilio tenía 17 años. Al volver a casa descubrió que el conde Iancu de Hunedoara había organizado junto con los boyardos, la aristocracia, el asesinato de su padre, que murió apaleado, y de su hermano Mircea, al que quemaron los ojos y después enterraron en vida. Los mismos turcos le ayudaron para conseguir que se le nombrase primero príncipe de Transilvania y después rey de Valaquia, hecho que no consiguió hasta 1456 cuando comenzó a reinar en el sur de Rumanía.

Debido al asesinato de su padre y su hermano, preparó una cruel venganza contra los boyardos el domingo de Resurrección de 1457. Preparó una gran comida en su salón, que había sido agrandado. Al llegar les preguntó que cuántos señores habían tenido, a lo que ellos no supieron contestar, ya que habían tenido tantos como habían asesinado. Tras esta revelación, empaló a unos 500, los más viejos. Para ello utilizaba estacas afiladas que ponía sobre su estómago o corazón y les iba atravesando poco a poco hasta que morían. El resto de elegidos murieron con otro tipo de empalamiento, por la parte roma introducida por el ano. Esto alargaba la agonía de la víctima.

A los jóvenes y fuertes les condenó a construir su castillo en lo alto de una montaña, el castillo de Poenari en los Cárpatos. Hasta allí acudieron tras la cena, falleciendo algunos durante el camino. En su construcción participaron tanto hombres como mujeres.

A lo largo de los años siguientes, Vlad fue separándose poco a poco de los turcos y se fue acercando a su enemigo Iancu, con lo que demostraba su deseo de volver a reinar tras estar unos años alejado del trono. Para ello, observaba atentamente los enfrentamientos entre Iancu y otro noble, Vladislav. El 23 de abril de 1452 Iancu le declaró la guerra y le arrebató sus territorios. Esto fue aprovechado por Vlad, quien se ofreció para gobernar esas tierras.

Sin embargo, la paz duraría poco. Vladislav no admitía que había sido derrotado, por lo que entró en Transilvania arrasando todo a su paso. Vlad consiguió ponerse al mando de un pequeño ejército gracias a la intervención del monarca húngaro Ladislao V. Finalmente se consiguió apresar a Vladislav, que fue decapitado en Tirgovisthe. Vlad conseguía mantener su poder, prometiendo a los habitantes protección contra los turcos y el libre comercio a cambio de su ayuda en caso de enfrentamientos bélicos.

Debido a la libertad que les otorgaba a sus súbditos, despertó la envidia de los húngaros y alemanes, los cuales llegaron a pedir a los súbditos que apoyasen a otros pretendientes al trono, ocasionando intrigas y traiciones. El rey no tardó en tomar represalias y en 1459 empaló y quemó a algunos rebeldes. Llegó incluso a apresar a uno de los mayores instigadores, Dan Voeivod, al que obligó a cavar su propia tumba y presenciar su funeral antes de ser ejecutado.

Tras varios años de no pagar tributos a los turcos, Vlad decidió alzarse contra ellos. El sultán Mehmet II, que conocía la reputación de su adversario, decidió enviar un emisario ofreciéndole una citación para tratar el tema. Vlad accedió, oliéndose que era una trampa organizada por su enemigo. Se presentó con una parte de la deuda pendiente y con numerosos regalos para el sultán, además de un gran contingente de soldados. Éstos, tras apoderarse del lugar, hicieron prisioneros al emisario y al general otomano que fueron trasladados a Tirgovisthe, donde fueron empalados.

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Vlad desayunando frente a sus enemigos empalados

El 11 de enero de 1462 envió una carta al soberano húngaro Matías Corvino. En ella le afirmaba que había dado muerte a 24.000 enemigos, que había amontonado sus cabezas. Junto a la carta enviaba una bolsa llena de orejas y narices para confirmarle el hecho. Debido a ello, muchos de los habitantes de Estambul decidieron abandonar la ciudad por temor a que se apoderase de ella.

Ante tal amenaza, Mehmet II decidió enviar un ejército y una gran flota a través del Danubio. Vlad entonces recurrió a tácticas como la guerrilla y la tierra quemada. Tras meses de derrotas, enfermedades y la imposibilidad de invadir la ciudadela de Kilia, el sultán decidió retirarse utilizando su última baza.

La nobleza apoyaba a su hermano Radu, por lo que gracias a una serie de intrigas, incluyendo falsificación de documentos, el sultán consigue que Matías Corvino arreste a Vlad en agosto de 1462. Recibía un trato especial, casi de invitado más que de prisionero. Mientras, su hermano reinaba en Valaquia.

No se sabe muy bien por qué en 1474 Vlad se libró de su prisión, tras lo cual tomó parte en la batalla de Vaslui organizada por Esteban Bathory contra los turcos. El 11 de noviembre de 1476 subió de nuevo al trono de Valaquia. Unas semanas más tarde, un contingente turco sorprendió a su guardia, que sólo constaba de 200 hombres, y le dieron muerte. Fue decapitado y su cabeza fue enviada a Estambul y exhibida públicamente clavada en una estaca.

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