Bingos: sus retos ante la reapertura o cierre, un nuevo capítulo de su historia

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El bingo es uno de los juegos más antiguos del mundo. Una de esas actividades que cualquier ciudadano, sea del país que sea, sea del continente que sea, y pertenezca a la generación que pertenezca, reconoce como una práctica de toda la vida.

El momento de su aparición es complicado situarlo en el tiempo, pero ya en algunas referencias que dejaron civilizaciones como los fenicios o los asirios había evidencias de juegos de azar que servían a nuestros antepasados como pasatiempo.

De hace 5.000 años son las piezas de juegos más antiguas, aunque el bingo se ganaría el corazón de todos más tarde. La sencillez de extraer bolas y que el que antes complete la totalidad de sus números gana, traspasa todo tipo de diferencias culturales.

En cualquier caso, todo hace indicar que desde Italia se propagó al resto de Europa y se hizo especialmente popular en Estados Unidos.

Desde el siglo XVI hasta el XX, con altos y bajos en el camino, pero prácticamente todo fue avance en torno al bingo. Llegó para quedarse como posibilidad de ocio, y más aún cuando arrancó un sector dedicado puramente a él y profesionales que se dedicaban a repartir juego por muchos países.

En España sufrió un duro revés en los años 20 y hasta finales de los 70 no volvió a legalizarse. Por tanto, lo que se vino en los años 80 podía intuirse.

Un crecimiento masivo. Los bingos se convirtieron en salas en las que no solo el juego era importante. Se consagraron como puntos de reunión para socializar, disfrutar de espectáculos exclusivos relacionados con la música, el arte, el humor y muchas otras diciplinas, y conocer de la gastronomía del lugar.

En el siglo XXI, la crisis complicó mucho la supervivencia de las salas en España, pero las que resistieron consiguieron crecer cuando la situación mejoró. El momento que se ha vivido en el 2020 y la que queda por vivir en el 2021 es un nuevo capítulo en su historia.

El auge de estos locales ha quedado en epopeyas pasadas, pero prometen volver a levantarse ante la adversidad que ha representado la situación sanitaria mundial, como ya han hecho anteriormente. Buscan hacerlo más fuertes y consolidados, con la firme intención de que este bache sea solamente eso.

Esa, al menos, es la teoría porque en la práctica va a suponer todo un reto. Primero porque los bingos físicos tienen que seguir conviviendo con el bingo online, que viene apretando fuerte y más en momentos en los que el contacto social debe evitarse todo lo posible.

Y después porque la adaptación será la única forma de compensar económicamente y de contribuir al bienestar social.

Con los pies en el suelo

Durante todos estos meses de pandemia y los que queden por delante hasta poder llegar a una normalidad similar a la anterior, los locales de bingo van a tener que seguir conviviendo con restricciones.

En cada comunidad ha sido diferente, y mientras que en regiones como la Comunidad Valenciana se ha hecho un esfuerzo porque permanecieran abiertos, en otras como en Cataluña se ha optado por unas medidas más duras.

Y eso que los profesionales del sector han puesto más esfuerzo que nunca en que sus salas estuvieran más que preparadas para el regreso del público.

El reto ha sido mayúsculo. A pesar de registrar datos muy malos en la pandemia, 560 millones menos y 10.000 puestos de trabajo destruidos según un estudio de ESC, el sector hizo un esfuerzo por invertir en materiales de desinfección y reestructurar las zonas para que se pudiera cumplir con la distancia de seguridad.

Los tres meses de confinamiento sirvieron precisamente para ello, siempre estando en contacto con el Gobierno para que les indicara los materiales a utilizar para que la limpieza realizada fuera segura.

Ahora los controles de temperatura y el alivio de las colas ha sido una constante en las reaperturas. Los que han podido realizarlas.

Aun así, el decreto del toque de queda no les ha ayudado demasiado, puesto que la afluencia de público en estos locales suele producirse en las últimas horas del día.

Los bingos se sumaron al sector del juego presencial en general para protestar sobre la situación en comunidades en las que son muy numerosos como la de Madrid, indicando los buenos números que han cosechado en cuanto a incidencia de contagios en sus recintos.

Igualmente, cualquier local cerrado y con poca ventilación sigue siendo un problema en la expansión del virus. Ese será el gran reto a partir de ahora.

La apuesta por el formato online

La solución para muchos bingos para poder mantenerse con vida era el reconvertirse al formato online, una tendencia que ya se había dado antes de la crisis sanitaria. Ahora para una buena parte del conjunto esto se ha convertido en la única escapatoria posible, al menos de forma momentánea.

Las salas de bingo en España ya se estaban readaptando antes con la inclusión de otros juegos, no solamente el bingo.

No son pocos los que se convirtieron en un casino en la práctica, pero con designación de bingo en la teoría. Pero la fusión con otras comunidades y marcas concretas de bingo online parece ser una necesidad imperiosa para el 2021.

Un momento complicado para esta industria, que recuerda la depresión del 2008 como una situación límite. Pero la del 2020 puede llegar a ser incluso más problemática. Entre otras cosas porque no parece haber una solución a corto plazo. Y todo ello es ya historia del bingo.

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