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Finalizan los trabajos arqueológicos en la Reserva Nacional Artística e Histórica de Gobustán de Azerbaiyán

Yacimiento arqueológico de Ana Zaga. Crédito: Fundación Atapuerca

Del 5 al 24 de agosto de 2022, un equipo internacional de arqueólogos españoles, azerbaiyanos e italianos, han llevado a cabo trabajos arqueológicos en la Reserva Nacional Artística e Histórica de Gobustan de Azerbaiyán.

En el ámbito de las colaboraciones que desarrolla la Reserva Nacional Artística e Histórica de Gobustán, Azerbaiyán, desde 2019, y de manera interrumpida debido a la pandemia del COVID, se han desarrollado trabajos arqueológicos que tienen como objetivo conocer la cronología del arte rupestre de Gobustán y su vinculación con los grupos humanos que ocuparon este territorio durante la Prehistoria.

Para ello se han desarrollado actividades de investigación centradas en el estudio del arte mueble prehistórico (cuyos materiales se encuentran en los fondos del Museo de Gobustán) y en el arte rupestre localizado en la montaña de Boyükdaş, concretamente en el entorno de Ana Zaga.

El desarrollo del proyecto se centra en conocer la cronología del arte rupestre, obteniendo datos numéricos, y poniendo en relación el arte con las ocupaciones humanas prehistóricas a fin de acercarse a su significado.

Campaña 2022 en Ana Zaga

Durante la campaña del 2022 los trabajos se han centrado en Ana Zaga, documentado el arte rupestre del abrigo para conocer las superposiciones entre motivos y poder acercarse a la cronología relativa de su ejecución, así como poder entender el grado de reaprovechamiento de las figuras en tiempos posteriores a su ejecución.

Además, se ha procedido a realizar una pequeña excavación o “refresco” del corte estratigráfico a fin de precisar la cronología de las ocupaciones humanas prehistóricas que cubrían una parte de los grabados, y poder datar de este modo con edades mínimas el arte rupestre.

La pequeña excavación se ha realizado aprovechando un frente de trabajo que dejaron al descubierto las excavaciones realizadas por Rustamov en 1977.

Se optó por esa área de excavación ya que el sedimento cubría parte de las rocas grabadas, y además el paso del tiempo había alterado el corte y existía riesgo de pérdida del frente estratigráfico antiguo, que de haberse caído hubiera significado la pérdida de parte de los materiales arqueológicos.

Estos trabajos arqueológicos, cuyo estudio se encuentra en fase preliminar, han puesto al descubierto 5 niveles arqueológicos que contienen ocupaciones arqueológicas desde la Edad Media (en torno al siglo XV) hasta momentos Mesolíticos (aproximadamente hace unos 10.000 años).

Durante los trabajos realizados se ha recuperado industria lítica (herramientas sobre piedra), huesos de animales consumidos por los grupos prehistóricos (entre otros de oveja, cabra, caballo y bóvido), adornos personales, restos cerámicos y numerosos huesos de pequeños animales y carbones que permitirán conocer cómo era el clima a lo largo de los últimos 10.000 años.

El hallazgo más destacado ha sido el descubrimiento de restos humanos en el nivel 5, atribuido al Mesolítico, un momento de entre unos 10.000 años en el que los grupos humanos eran poblaciones cazadoras-recolectoras.

Restos humanos recuperados en el nivel 5 del abrigo de Ana Zaga (aproximadamente 10.000 años). Crédito: Fundación Atapuerca.

En concreto se ha recuperado un pie humano de un individuo joven (entre 4 y 8 años) que se encontraba en posición anatómica.

A falta de trabajos específicos, los restos documentados permiten considerar preliminarmente que se trata de un enterramiento humano que se realizó en Ana Zaga.

Posteriores estudios precisarán la edad del individuo, y deberán determinar la relación entre los restos humanos y los localizados previamente, ya que cabe la posibilidad de que se trate del mismo individuo; ello permitirá determinar el tipo de enterramiento y la posible existencia de un ritual funerario.

Los restos humanos de Ana Zaga son claves para el estudio del comportamiento simbólico y de los ritos ancestrales de los últimos grupos cazadores-recolectores.

Estos restos humanos se unen al selecto y escaso conjunto de restos humanos prehistóricos conocidos anteriores a las primeras poblaciones ganaderas y agricultoras, con quienes los enterramientos y el ritual funerario asociado se generaliza.

Estudios posteriores permitirán identificar el ADN de este individuo y su relación con otras poblaciones euro-asiáticas, y análisis isotópicos aportarán datos sobre la dieta de estas poblaciones.

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