Aunque es común encontrar entre las fronteras romanas monedas, es verdaderamente excepcional encontrar un tesoro de tal magnitud en una zona que se encuentra muy alejada de los límites de las ciudades romanas.
El hallazgo fue realizado por un detector de metales en la cordillera de Westerwald, un lugar inusual porque además de encontrarse a 18 kilómetros del limes romano, el lugar tampoco formaba parte de los territorios galos, por lo que la manera en que llegaron esas monedas allí es un misterio.
Al excavar se encontraron casi un total de 2.940 monedas romanas y unos 200 fragmentos de plata fina en una vasija de cerámica del siglo III d.C.
Muchas monedas están en pésimo estado de conservación y la mayoría son las llamadas Antoniniani que eran de plata. En estas monedas se observan las caras de emperadores romanos y una deidad al reverso.
Gracias al estudio de las monedas se cree que debieron haber sido enterradas en el año 271 d.C., ya que la más antigua que representa al emperador Gordiano III es del 238 d.C., y la más reciente del año 271 d.C.