Durante siglos los habitantes Rapa Nui contaban historias de sus moais caminando hasta el lugar donde hoy los apreciamos, y recientemente, la arqueología ha demostrado junto a la física que aquellos antiguos habitantes que contaron aquellas historias no estaban tan errados después de todo.
El estudio llevado a cabo por el arqueólogo Carl Lipo de la Universidad de Binghamton, en conjunto con Terry Hunt de la Universidad de Arizona, encontró luego de análisis profundo que incluyeron el uso de tecnología de punta, algunos elementos estructurales que parecen sostener la creencia de los Rapa Nui.
Se trata de dos características en el diseño de los moais, a saber: una base con forma de D y una inclinación hacia adelante, lo que permitiría al moai balancearse por el camino luego de que algunos obreros utilizaran cuerdas.
Para confirmar la hipótesis de los elementos estructurales del moai, el equipo recreó una réplica de un moai de 4,35 toneladas, logrando con el uso de cuerdas mover la estructura por unos cien metros en 40 minutos.
Las cuerdas eran atadas alrededor de la cabeza y hombros del moai, con dos grupos a cada lado que se encargan de dar vida al movimiento, siendo clave la inclinación hacia adelante, ya que permitía al moai no caer al suelo.
Otro hallazgo se reveló al realizar excavaciones arqueológicas en el sitio, debido a que encontraron una curvatura en las carreteras de la isla, lo que permitía estabilizar el balanceo de las estatuas demostrando un alto conocimiento de la física y gran ingenio al utilizar el espacio como ayuda para el transporte de las colosales estatuas.