Un equipo de investigadores de la Universidad de Florencia, descubrió un templo etrusco en Monte Giovi, la montaña de Júpiter, en cuya cumbre a casi mil metros sobre el nivel del mar, los etruscos estudiaron los rayos para interpretar la voluntad de los dioses y predecir el futuro, informó La Stampa.
Aún hoy sabemos muy poco sobre la religión etrusca y sobre este templo en concreto, uno de los pocos lugares sagrados de Etruria que ha sobrevivido hasta el día de hoy, siendo necesarios seis años de trabajo para encontrarlo.
El sitio se encuentra en una meseta de la cordillera que separa Mugello de la llanura de Florencia, sobre la ciudad etrusca de Fiesole. Las fotografías aéreas ya habían revelado la presencia de un terraplén rectangular en la cima y en los años 70 «se encontraron tres puntas pequeñas de flechas de hierro y bronce en la zona», explicó el arqueólogo que lidera el proyecto Luca Cappuccini.
Las nuevas excavaciones han sacado a la luz tres capas diferentes de ocupaciones en diversos períodos. En el más antiguo hay una pequeña estructura con un área pavimentada a su alrededor en donde se encontró un lituus (lituo) en el suelo, un instrumento de hierro utilizado por los sacerdotes para establecer los límites de un área sagrada.
Éste es uno de los más antiguos del mundo y uno de los pocos descubiertos en un templo, ya que la mayoría de estos objetos se han encontrado en tumbas de los sacerdotes.
«El lituo estaba roto y enterrado en el suelo en medio del área pavimentada. Por ello suponemos que este lugar se trataba de un «auguraculum», un templo celestial, un lugar utilizado para interpretar la voluntad de los dioses«, aseguró Cappuccini.
La religión de los etruscos
«Los etruscos dividieron el cielo en 16 partes, cada una correspondiendo a una divinidad diferente. Por esta razón era importante para los etruscos observar fenómenos naturales como el rayo», explicó.
Es muy probable que el templo estuviera dedicado a Tinia, la versión etrusca de Júpiter y Zeus. Él no era la única divinidad que lanzaba sus «flechas», rayos, hacia los hombres, pero sí era el más importante y probablemente también dio su nombre a la montaña llamada «di Giove» por los romanos.
El descubrimiento no resuelve muchos misterios que aún envuelven la religión de los etruscos y lo que conocemos de ellos es gracias a los textos latinos. Los rayos se estudiaron, muy probablemente, con respecto a su forma, posición y color, pero desconocemos qué significado tenía cada una de estas características.
Los resultados de la investigación, que comenzó con las excavaciones en 2010, se han publicado en un libro titulado ‘Monte Giovi. «Fulmini e saette»: da luogo di culto a fortezza d´altura nel territorio di Fiesole etrusca‘.