La estudiadísima vida de Shakespeare continúa siendo un maremágnum de incógnitas y mitos, partiendo desde la fecha exacta de su nacimiento, pasando por su adolescencia e incluso en períodos puntuales de su vida.
Los datos que se han acumulado, a través de fuentes como registros eclesiásticos, correspondencia privada y pública, etc. no han podido llenar todas las lagunas en torno a su biografía.
Vida de Shakespeare
En el año de 1564 y en una fecha que aún no ha podido concretarse totalmente, en el pequeño municipio inglés de Stratford-upon-Avon, la próspera y prolífica familia de John Shakespeare recibía a un nuevo miembro.
Ni el padre ni la madre, Mary Arden, eran entonces conscientes de que habían engendrado a quien sería considerado en el futuro como el «mayor trágico» de la Historia e indudablemente el dramaturgo más universal de todos los tiempos: William Shakespeare.
El día 26 de abril de ese mismo año se registra su bautismo en Stratford, de ahí que se asocie esa fecha con la de su nacimiento.
La familia Shakespeare había gozado de una posición económica favorable. John se dedicaba a los negocios y el comercio local, pero la verdadera fortuna vino de la mano de los cargos de autoridad que desempeñó en el gobierno de Stratford. Esta posición favorable permitió a la familia procurar para su hijo unos estudios de buen prestigio.
En la Grammar School de Stratford, William recibió clases de retórica, gramática inglesa y lenguas clásicas, donde desarrolló su pasión por la literatura y adquirió las competencias lingüísticas básicas que terminaría dominando magistralmente, como demuestra en cada una de sus obras.
Sin embargo, la Inglaterra de Isabel I y en general, la Europa del Renacimiento, aún encasetonada en un sistema económico feudal, era un mundo lleno de desavenencias e infortunios para las economías familiares.
El padre de Shakespeare contrajo importantes deudas que le obligaron a vender tierras y le condujeron a una situación económica desfavorable.
Con tan sólo 15 años, William hubo de dejar la escuela y dedicarse a ayudar económicamente a la familia, aparcando los libros y el cultivo de sus cualidades literarias para desempeñar algunos oficios, de los que los biógrafos e historiadores no conocen muchos datos.
Lo que sí se sabe por las cartas y otros documentos que se han conservado es que Shakespeare mantuvo en el verano de 1582 relaciones con una burguesa de familia próspera llamada Anne Hathaway, a la que dejó embarazada de su futura hija, Susanna.
La moral religiosa de aquella sociedad obligó a la pareja a contraer rápidamente matrimonio antes de que diera a luz Anne. Y para 1585 nacerían otros dos hijos más, los gemelos Hamnet y Judith.
Poco después William abandonó temporalmente a su familia y se trasladó a Londres, por motivos también poco claros.
Según las leyendas, sir Thomas Lucy de Chercelot, magistrado de Stratford, demandó al dramaturgo por invadir una de sus propiedades y cazar furtivamente ciervos en ella.
Shakespeare escribió una balada injuriosa contra él que le granjeó su persecución por parte de las autoridades, por lo que huyó a la capital inglesa.
Allí ocupó algunos cargos también desconocidos, que algunos relacionan con la custodia de los caballos de señores que acudían al teatro, algo plausible ya que, por esa época, sus relaciones con actores y personal de teatro le llevaron a introducirse en el mundo del espectáculo dramático, realizando en sus comienzos algunas tareas de menor envergadura, como la de ayudante de apuntador.
Esta experiencia en el interior de la maquinaria del teatro se vería reflejada en obras posteriores, pues la mayoría de sus comedias y tragedias incluyen comentarios, gloriosos algunos y críticos y satíricos otros, sobre el mundo de los actores y la dramaturgia.
Las primeras obras de Shakespeare
En 1591, Shakespeare inició sus andares como escritor de comedias. La primera de ellas fue La comedia de las equivocaciones (1591), una pieza corta inspirada en una obra de Plauto.
Hasta 1596, su vida estuvo llena de vaivenes, pues la Peste Negra atacó la ciudad de Londres y muchas compañías de teatros quebraron. Esta epidemia que se extendió de 1592 al 94 aproximadamente explica en cierta medida la reclusión de William y su motivación por dedicarse a la escritura.
En esta primera etapa de consolidación del estilo único de Shakespeare, se centró en escribir comedias como La fierecilla domada, cuya fecha no ha podido ser confirmada pero que es probable se adscriba a este período por seguir el carácter de sus primeras obras, o Los dos hidalgos de Verona (1592).
Pero además de obras satíricas, cuanto menos de las más ingeniosas en cuanto a su aspecto burlesco y cómico, Shakespeare desarrolló una seria pasión por la historia de su país.
Prueba de ello son los primeros ciclos históricos de Enrique VI, Enrique VI y Ricardo III, compuestas entre 1590 y 1597.
Así mismo, fascinado por la civilización romana, compuso la tragedia Tito Andrónico (1594) y tan sólo un año después, una de sus obras más conocidas y universales, una tragedia sobrecogedora y sin precedentes que lo alzó como paradigma del teatro ya no inglés, sino mundial, del Renacimiento: Romeo y Julieta (1595), inspirada en una leyenda italiana.
Para estos momentos, la fama de Shakespeare ya debió de gozar de bastante prestigio, pues fue apadrinado por el mecenas inglés Henry Wriothelsey, el conde de Southampton y barón de Titchfield, a quien dedicó los poemas de corte clásico Venus y Adonis y La violación de Lucrecia, que son ejemplos de la amplia versatilidad de un dramaturgo que se atreve a adentrarse en la experiencia de la lírica, recogiendo influencias del estilo grecorromano y la mitología clásica.
Hasta 1600, Shakespeare desarrolla los elementos técnicos que había ensayado previamente, como el reflejo del carácter íntimo de los personajes a través del diálogo y el monólogo, con obras como El mercader de Venecia (1597), Mucho ruido y pocas nueces (1598) y Como gustéis (1599-1560).
Comienza a indagar en estas obras todo tipo de aspectos de la vida y la existencia humana, como la justicia, el valor, lo efímero de la riqueza, la Fortuna…, un aporte de ingenio, de capacidad para el discurrir filosófico y existencial, que alcanzaría su auge en las obras compuestas partir de 1600.
Hacia 1600, Shakespeare consiguió convertirse en miembro copropietario de la Compañía del lord Chambelán, donde había empezado a trabajar como asistente.
Ascendiendo poco a poco en el escalafón, no sólo consiguió escribir obras de teatro y representarlas ante grandes personalidades, sino que participaba en los negocios de la empresa como accionista y a menudo ejercía de actor.
Hamlet: la obra máxima de Shakespeare en el género tragedia
Hamlet (1600) se consagró como el apogeo de la tragedia shakespeareana. Su estudiado lenguaje, el carácter metafísico de los diálogos y el abordaje de temas muy amplios, como la venganza y la locura, pero que van más allá de la mera realidad, le llevan a componer una de sus más fantásticas obras.
Las siguientes serían la confirmación de su lenguaje, su estilo y su introspección de la vida: Otelo (1602), el rey Lear (1605) y Macbeth (1606). Todas ellas, sirven al dramaturgo para mostrar el campo entero de la condición humana, mediante frases geniales y giros inesperados, acompañados de un dominio único del lenguaje.
Así mismo, llevaría la influencia clásica de las obras anteriores un paso más allá, no sólo concentrando en ellas la esencia de los personajes y estilos de autores romanos como Plutarco, sino adaptándolos a la contemporaneidad del autor.
En Julio César (1599), Antonio y Cleopatra (1606) o Timón de Atenas (1608), la Roma o la Grecia de Shakespeare es la Inglaterra de su tiempo, y perfectamente podría ser la sociedad de nuestros días.
Últimos años y muerte de Shakespeare
Sus últimos años en la Compañía del Rey, que así comenzó a llamarse la de lord Chambelán desde 1603, no fueron tan productivos, pero Shakespeare se dedicó a desarrollar su faceta más filosófica y a combinar la ternura, la tolerancia y la humanidad en obras como Cimbelino (1610), Cuento de invierno (1611) y La tempestad (1612).
Después de una vida prolífica, en la que Shakespeare se dedicó plenamente a todos los campos de la dramaturgia y otros géneros literarios, en 1613 se retira a su pueblo natal y lleva una vida tranquila hasta que le sobrevinene la muerte el 23 de abril de 1606.
En su epitafio reza una frase que al parecer compuso él mismo y que recuerda ciertamente a las reflexiones de Hamlet en torno al carácter efímero de la vida:
Gran parte de las obras de Shakespeare fueron recopiladas post mortem por dos de sus amigos, John Heminges y Henry Condell, siete años después de su muerte, en 1623.
El llamado First Folio contenía 36 obras del autor e incluía un retrato de William que se hizo famoso en toda Europa:
En definitiva, lo que consiguió Shakespeare en los siglos XV y XVI fue elevar todas y cada uno de sus dramas a un plano superior que no entiende de límites.
La contraposición de valores en sus obras (grandeza y miseria, dignidad y burla, realidad y fantasía, sensatez y pasión, sublimidad y decadencia…) se torna tan universalista que hace que trasciendan las barreras del tiempo y el espacio.
De ahí que de todas ellas se desprendan enseñanzas y disquisiciones aplicables a cualquier momento de la historia y prácticamente a cualquier lugar del mundo.
Su visión totalizadora de la realidad le llevó a combinar múltiples aspectos trágicos y filosóficos con pasajes grotescos y cómicos en sus obras.
A la par, el lirismo de Shakespeare no conoce igual, llevando a su época y su obra a considerarse como el cénit del teatro de todos los tiempos.
Para concluir, las palabras de otro gran genio, Goethe, resumen de manera magistral todo lo que podría decirse sobre este autor y son una muestra más de la gran inspiración que ha inculcado en los grandes artistas, pensadores y literatos de la Historia: