Excavaciones recientes en el cementerio de Dragulin en Croacia, muy cerca de la antigua ciudad de Tragurium, han revelado las prácticas funerarias de los romanos cuando fallecían niños pequeños, demostrando que, en ocasiones los bebés eran enterrados con cuidados especiales que denotan una clara conexión emocional, en contraposición a lo que se creía comúnmente.
Ambos bebés fueron colocados cara a cara en una tumba de los siglos I o II d.C., lo que indica que se enteraron al mismo tiempo.
Un estudio genético concluyó que ambos bebés eran hermanos mellizos, algo poco común en el mundo romano, aunque los estudios también arrojaron resultados conmovedores que nos muestran las grandes dificultades alimenticias y en lo referente a la salud en aquellos días.
Ambos niños tenían enfermedades como raquitismo y escorbuto, lo que denota grandes deficiencias nutricionales, probablemente, debido a que la madre no podía alimentarse bien.
Aunque las enfermedades y la desnutrición parecen los responsables de la mujer de ambos niños, no puede descartarse el papel del plomo en los fallecimientos, ya que en aquellos días, el plomo estaba presente en números objetos de la vida diaria en el imperio romano.