Durante los últimos cinco años, un equipo de restauradores trabajó en los mosaicos de la cúpula del nàrtex de la Basílica de San Marcos, el monumento más famoso de Venecia, ya que corrían el riesgo de desprenderse de su soporte de pared, por lo que fueron consolidados y limpiados.
Creados durante un largo período de tiempo que abarca desde el 1094, año en el que la Basílica fue dedicada a San Marcos, el santo patrón de Venecia, y 1545, los mosaicos representan a la Virgen y el Niño, a los cuatro evangelistas, los ocho apóstoles y San Marcos en traje papal.
Probablemente, los trabajos fueron iniciados por mosaicistas griegos y luego realizados por artesanos locales.
Los mosaicos dorados se encuentran entre lo más destacado de la Basílica, cubriendo un total de 4.000 metros cuadrados.
En este espléndido escenario tuvieron lugar algunos de los eventos más memorables de la historia de Venecia y el mundo occidental, como que en 1177 el Papa Alejandro III se encontró que el emperador Francisco Barbarroja tras las batalla de Legnano; o en 1201, cuando soldados de toda Europa se encontraron en la Basílica, previo a continuar su marcha rumbo a la cuarta Cruzada.
Construcción de la Basílica de San Marcos.
El edificio original fue erigido en el siglo IX, cuando dos comerciantes venecianos trajeron a la ciudad los restos de San Marcos, quien ya era venerado aquí por ser el primer evangelizador de la zona.
Para honrar sus restos, se construyó una iglesia que, con el tiempo, se hizo más grande, espléndida y a su vez, más importante.
La Basílica de San Marcos es uno de los ejemplos más famosos de la arquitectura bizantina en Italia. Tiene una gran cúpula en su centro y cuatro más pequeñas en los brazos; y se destaca también su portada, decorada con bellos mosaicos. Además, presenta cinco portales y sobre el central, encontramos cuatro caballos de bronce.