Los arqueólogos de todo el mundo lleva tiempo sospechando que los cazadores del Paleolítico utilizaban veneno procedente de las plantas para que sus armas fueran más letales y pudieran dar caza y muerte a piezas de una manera mucho más fácil de lo que se creía en un principio, alejándose de aquella creencia de que sólo cazaban con lanzas rudimentarias que poco o nada tendrían que ver con esta nueva forma de cazar que aseguran muchos investigadores.
Sabiendo que no es lo mismo cazar una liebre que un mamut, los cazadores del Paleolítico tuvieron que inventar nuevos métodos para que cazar grandes piezas no fuera tan peligroso para ellos, por lo que se ha avanzado que podrían haber usado el veneno de algunas plantas para que las armas fueran muchísimo más letales que atravesando al animal con lanzas y otra clase de armas de aquel entonces.
No es la primera vez que los arqueólogos piensan sobre la posibilidad de que los prehistóricos hubiesen descubierto el veneno de las plantas como ayuda a la hora de cazar, aunque hasta ahora no había podido ser corroborada esta teoría.
La doctora en Paleontología Valentina Borgia, ha encontrado restos de plantas venenosas en armas del Paleolítico, algo que podría considerarse como una prueba irrefutable de que los hombres de entonces no solamente usaron sus rudimentarias armas contra los animales sino que estaban reforzadas con veneno para ser mucho más letales y de esta forma conseguir acabar con su pieza mucho antes.
A pesar de que los griegos, babilonios y romanos usaron plantas venenosas para usarlas como complemento para la caza, nunca se había retrocedido tan atrás en el tiempo, lo que se considera como un hallazgo muy importante.
Borgia lleva bastantes años desarrollando diferentes técnicas que le permiten analizar los restos de muchas sustancias que han quedado adheridas en armas prehistóricas que hoy en día cualquiera puede ver en un museo y con ello demostrar que en aquellos años ya se usaba el veneno como un complemento muy importante en la caza.
Las pruebas realizadas no son definitivas, pero esto abre una puerta para pensar que algunas de las manchas encontradas en lanzas de hace unos 30.000 años son restos de veneno usado para matar más fácilmente a las presas, cambiando completamente la percepción que se tenía de aquellos cazadores.