Biografía de Voltaire

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

François Marie Arouet fue uno de los pensadores más relevantes de la Ilustración. Pero no fue con su nombre con el que pasó a la historia, sino con su seudónimo “Voltaire” que adquirió en 1717 tras salir de la cárcel. Aunque tuvo sus más y sus menos con Rousseau, toda su obra sirvió de inspiración para crear el movimiento que determinó el inicio de la edad contemporánea: la Revolución Francesa.

Voltaire

Voltaire nació el 21 de noviembre de 1694 en París en el seno de una familia muy acomodada. Estudió en el colegio jesuita “Louis-le-Grand” entre los años 1704 y 1711, lo que le proporcionó amplios conocimientos de latín y de griego. Tras finalizar esta etapa, estudió derecho y frecuentó la sociedad libertina del Temple, donde fue admirado por su ingenio independiente y cáustico. Pero unos escritos contra el Duque de Orleáns le valieron varios confinamientos y once meses de reclusión en la Bastilla, tiempo que pasó estudiando literatura.

En 1717, fue liberado y desterrado a Châtenay-Malabry, donde empezó a usar el seudónimo de Voltaire. Tan solo un año después, publicó su exitosa tragedia “Edipo” y, en 1723, “La Henriada”. Esta última era un poema épico laudatorio de Enrique VI. Con ambas obras se encumbró como autor. Pero una disputa con el noble De Rohan provocó que fuera encarcelado de nuevo en 1726. En esta ocasión fue puesto en libertad, a condición de exiliarse a Gran Bretaña.

Su etapa en el país anglosajón fue muy fructuosa. Allí entró en contacto con notables personalidades de la política y de la cultura, como John Locke e Isaac Newton. Cuando regresó a Francia en 1729, se dedicó a difundir todo aquello que había aprendido en Gran Bretaña.

Voltaire prosiguió su carrera creativa con la publicación del drama “Bruto” en 1730, en el que promovía la exaltación de la libertad, y con la “Historia de Carlos XII” en 1731, en el que esbozó los problemas y los tópicos que aparecerían es sus futuras creaciones. Tanto es así que en 1734 lanzó una de sus obras más controvertidas: “Cartas filosóficas” o “Cartas inglesas”, en las que defendía la tolerancia religiosa y la libertad ideológica, poniendo de ejemplo lo que había experimentado en su exilio británico y criticando el despotismo reinante en Francia.

Las reacciones a esta nueva publicación de Voltaire no se hicieron esperar. El Gobierno francés secuestró la obra y la quemó públicamente. El pensador tuvo que escapar y se refugió en el castillo de la marquesa Émilie du Châtelet en Cirey (Lorena). Gracias a la protección de la aristócrata, pudo llevar entre 1734 y 1749 una vida acorde con sus gustos de trabajo y trato social. Su actividad creativa se centró principalmente en el teatro, para el que escribió títulos como “Zaire” (1732), “La muerte de César” (1735), “El hijo pródigo” (1736) y “Mahoma o el fanatismo” (1741).

Tras la muerte de la marquesa en 1739, se reconcilió con la corte de Luis XV, quien le nombró historiógrafo real, aunque la amistad del filósofo con los enciclopedistas impidió que el monarca le otorgara su confianza. En 1750 aceptó la invitación del rey Federico II de Prusia para trasladarse a su corte. Allí fue nombrado académico, historiógrafo y Caballero de la Cámara real.

Fue en Potsdam, cerca de Berlín, donde escribió una de sus obras historiográficas más importantes: “El siglo de Luis XIV” (1751). Siguió con la publicación de “Micromégas” en 1752, un relato que continuaba con la serie de sus cuentos iniciados en 1747 con Zadig.

Pero su idilio con la corte prusiana se rompió tras una violenta discusión con el rey, por lo que abandonó el país y se trasladó cerca de Ginebra, donde también chocaría con la rigidez del espíritu calvinista. Entre sus obras más notables de este periodo se encuentran el “Ensayo sobre las costumbres” (1756), un irrespetuoso poema-burla titulado “Juana de Arco, la doncella” (1755), y la corta novela “Cándido” (1759), que fue la novela más difundida de su producción narrativa y criticaba a clérigos, nobles, reyes y militares.

Homenaje a Voltaire en un billete bancario francés (de la segunda mitad del siglo XX).

En 1758 adquirió la propiedad de Ferney (Francia), muy cerca de la frontera suiza, y vivió allí durante 18 años. Se convirtió en una especie de patriarca europeo de las letras y del espíritu crítico. Recibió a la élite de los principales países europeos, al tiempo que mantuvo la correspondencia con otros pensadores para combatir el fanatismo clerical.

En Ferney escribió dos títulos fundamentales para la valoración y el conocimiento de su ideario: el “Tratado sobre la tolerancia” (1763) y el “Diccionario filosófico” (1764). Esto terminó por garantizarle un sitio respetado dentro de la vida pública, desde el cual defendió la tolerancia y la libertad frente a todo lo dogmático y fanático.

En 1778 poco antes de morir, fue triunfalmente homenajeado en París durante la representación de su obra “Irene”, y se quedó en la ciudad hasta su muerte el 30 de mayo de ese mismo año.

Voltaire fue uno de los máximos exponentes de la Filosofía de las Luces y el indudable precursor de la Revolución Francesa. Tuvo tanto efecto en el movimiento que buscaba la libertad que en 1791, sus restos se trasladaron al Panteón para que gozasen del respeto que todo el mundo sentía. En el siglo XIX se convirtió en el maestro de la burguesía liberal anticlerical que tendió a simplificar la complejidad de su figura histórica para nutrir sus propios ideales.

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