Quizás has escuchado o leído últimamente noticias sobre el CBD o aceite de CBD, pero la verdad es que ya se utilizaba a lo largo de la historia para ayudar con diversas dolencias. Las siglas vienen de cannabidiol y es una sustancia química que se encuentra en la marihuana.
El aceite de cannabis no contiene tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente psicoactivo que se encuentra en la marihuana en sí y que produce el llamado vulgarmente «colocón». Normalmente se vende como aceite pero también puedes encontrarlo como un extracto, un líquido vaporizado y una cápsula a base de aceite.
La historia del uso del aceite de CBD
Gracias a descubrimientos arqueológicos se puede confirmar que ya en el año 5500 a. C. había claras evidencias del uso del cáñamo, tanto en la ropa como en suplementos y rituales.
En relación con la medicina, las fuentes afirman que se comenzó en la antigua China, citando el té de cannabis como una cura para la gota, el reumatismo y la malaria. Existen otros datos del antiguo Egipto donde el cannabis se usaba por ser muy eficaz como antiinflamatorio.
Este tipo de consumos en las culturas orientales se ha seguido haciendo a lo largo de la antigüedad, pero obviamente se extendió hacia el oeste a través del comercio en la época medieval.
En occidente, el cannabis es usado como tratamiento para tumores, tos e ictericia. Después en la era moderna, pudo llegar al nuevo mundo de las Américas cultivándose allí el cáñamo para la industria textil y posteriormente, fue reconocido y tenido en cuenta por la comunidad médica.
En la década de 1700, el cannabis no se comercializaba pero a mediados de este mismo año, empezó a ser reconocido y promocionado por revistas médicas estadounidenses presentándolo como un posible tratamiento para diversos problemas de salud.
El gran defensor del cannabis como medicamento fue el médico irlandés William Brooke O´Shaughnessy, más reconocido por su trabajo y estudio sobre el goteo intravenoso. No obstante, se pasó gran parte de su vida estudiando farmacología botánica en la India estando estrechamente relacionado con el cannabis.
Primeramente, el aceite de cannabis fue comercializado en Inglaterra para el tratamiento del reumatismo y convulsiones, pero después se haría popular para otras dolencias como migrañas, náuseas, sueño, tos, fiebre y muchas más.
También se comercializaba en el resto del mundo occidental, pero a partir de la década de 1940 se empezó a hacer un uso excesivo del aceite de cannabis y cualquier persona podía acceder a su uso en grandes cantidades.
Por este motivo, se tuvo que regular la venta de este tipo de productos, en 1906 se formó la FDA en Estados Unidos para esta regulación. Tuvo un efecto perjudicial en la producción y consumo del aceite de cannabis.
La popularidad cayó en 1937 cuando el uso del cannabis no medicinal se hizo ilegal en la mayoría de los estados de EE.UU y el cannabis medicinal ya no se comercializaba ni estaba tan controlado.
Gran parte de la disminución de la producción fue por la propaganda negativa de las empresas dentro de la industria textil. Se creó una ley el mismo 1937 en EE.UU, la Ley de impuestos sobre la marihuana, haciendo más costoso y difícil de obtenerla.
Estas restricciones acrecentó el uso de marihuana en todo el mundo y durante las décadas de los 60 y 70, aún con las duras penas legales que en Estados Unidos había (de 5 a 10 años de prisión por posesión y de 10 años hasta cadena perpetua por el consumo y el tráfico), la gente buscaba sus artimañas para consumirla.
De hecho, hubo manifestaciones para fumar marihuana al unísono como protesta por su restricción, por ejemplo en Ciudad de México con más de 5000 asistentes. Pero lo peor era que la marihuana fuese un fácil acceso para el uso de drogas más fuertes.
En el siglo XX, a finales, se pensaba que el cannabis era una droga peligrosa y hasta hoy se sigue calificando legalmente como tal en la mayoría de las sociedades del mundo. Aunque también es verdad que gracias a investigaciones en la actualidad, esos pensamientos están cambiando.
Quizás en un futuro no muy lejano, el cannabis pueda volver a comercializarse con precisión y ser aceptado como un suplemento medicinal viable.