El deshielo irreversible de la Antártida, un problema de hace un siglo

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Noemí Álvarez
Madrileña o cántabra. Calculadora o impulsiva. Soñadora o realista. 23 años ó 12. Fútbol o tiendas. Periodismo veraz. Hay que conocer la historia en profundidad, es la única forma de no cometer los mismos errores del pasado

Bloque de hielo

El deshielo de la Antártida es ya “irreversible” según un estudio realizado por investigadores de la NASA y la Universidad Irvine de California. La decadencia que ha alcanzado una zona de la Antártida Occidental es tan rápido que parece que nada puede evitar que los glaciares terminen de derretirse en el mar.

El CO2 actúa como un gas de efecto invernadero y, cuando más proporción existe en la atmósfera, la radiación térmica reflejada al espacio por la tierra es menor. Por lo que su efecto térmico se queda en la atmósfera, de lo que deriva un aumento de su temperatura.

Los registros glaciares que se han ido elaborando han determinado que la concentración de CO2 en la atmósfera terrestre a lo largo de los últimos 800.000 años ha oscilado desde los 180 partes por millón en volumen en las épocas más frías, hasta los  290 ppm. en las épocas más cálidas. ¿A qué se deben estas variaciones de CO2? Pues a causas del todo naturales y que, por lo tanto, el ser humano jamás pudo controlar:

  •  La digestión de CO2 atmosférico por la formación de arrecifes en los mares cálidos y poco profundos, que merman su contenido.
  • La producción de CO2 que originan las erupciones volcánicas, lo cual aumenta el contenido en la atmósfera.

Pero, ¿en qué punto de la historia debimos empezar a preocuparnos por este asunto? Hasta la mitad del siglo XIX las causas naturales eran el único “problema” relacionado con el CO2, no obstante estos efectos naturales nunca fueron nada preocupante, pues se trataba de hechos reguladores de nuestro planeta. Sin embargo, desde mediados del XIX vienen dándose ciertos hechos que interfieren de forma negativa en la evolución natural del clima: el ser humano.

Acelerado, exagerado, aumento, preocupante y ahora irreversible. De eso han estado hablando durante décadas los científicos sin que, verdaderamente, se hiciera nada por solucionar las enormes concentraciones de CO2.

El hombre es, desde hace medio siglo, responsable del aumento desorbitado de CO2 en el aire y, en consecuencia, responsable del deshielo de la Antártida.

En los albores de la era industrial se inició el consumo de combustibles fósiles, una nueva fuente de producción de CO2. En el año 1910, el CO2 en el aire alcanzó la cifra de 330 ppm, en el 2.000 estaba en torno a 370 ppm, y aumentando.

Si la naturaleza guarda un poder regulador para frenar sus propias expulsiones de CO2, quizá el hombre debió plantearse hace 100 años qué tipo de soluciones reguladoras y eficientes podría haber realizado para solucionar lo que, actualmente, parece que ya no se puede arreglar.

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