Durante el siglo XVI, muchas epidemias a gran escala se extendieron por América, pero sus causas biológicas son difíciles de determinar en base a los síntomas descritos en los relatos históricos contemporáneos.
En este estudio, publicado en Nature Ecology and Evolution, los científicos utilizaron nuevos métodos de investigación en el ADN antiguo extraído de los esqueletos de las víctimas de la epidemia cocoliztli entre los años 1545 y 1550 en México, identificando la bacteria Salmonella enterica Paratyphi C, un patógeno que causa fiebre entérica.
Tras el contacto europeo, docenas de epidemias barrieron a todo el continente americano, devastando a las poblaciones autóctonas. Aunque se registraron muchos relatos de primera mano sobre ellas, en la mayoría de los casos ha sido difícil, sino imposible, identificar su causa basándonos exclusivamente en las descripciones históricas de sus síntomas.
En algunos casos, por ejemplo, los síntomas causados por la infección de diferentes bacterias o virus pueden ser muy similares, o directamente que los síntomas presentados por ciertas enfermedades pueden haber cambiado en los últimos 500 años.
En consecuencia, los investigadores han esperado a que los avances en el análisis del ADN y otros enfoques similares pudieran proporcionar más datos en la identificación de las causas de las epidemias.
Primera evidencia directa de una de las causas de la epidemia Cocoliztli (1545-1550)
De todas las epidemias coloniales de América, la no identificada de 1545-1550 llamada «cocoliztli» fue una de las más devastadoras, afectando a gran parte de México y Guatemala, incluida la ciudad mixteca de Teposcolula-Yucundaa, en Oaxaca (México).
Las excavaciones arqueológicas en el lugar han encontrado el único cementerio conocido vinculado a esta epidemia hasta la fecha.
«Dado el contexto histórico y arqueológico de Teposcolula-Yucundaa, nos proporcionó una oportunidad única para abordar la cuestión relativa a las causas microbianas desconocidas responsables de esta epidemia», explica Åshild J. Vågene del Instituto Max Planck y coautor del estudio.
Después de la epidemia, la ciudad de Teposcolula-Yucundaa se trasladó desde la cima de una montaña al valle vecino, dejando el cementerio epidémico esencialmente intacto antes de las recientes excavaciones.
Estas circunstancias hicieron de Teposcolula-Yucundaa un lugar ideal para probar un nuevo método para buscar evidencia directa de la causa de la enfermedad cocoliztli.
Los científicos analizaron el ADN antiguo extraído de 29 esqueletos excavados en el sitio y utilizaron un nuevo programa para caracterizar el antiguo ADN bacteriano.
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Esta técnica permitió a los investigadores buscar todo el ADN presente en sus muestras sin tener que especificar un objetivo particular previamente. Este método de detección reveló evidencia prometedora de rastros de ADN de S. enterica en 10 de sus muestras.
Posteriormente a este hallazgo inicial, se aplicó un método de enriquecimiento de ADN diseñado específicamente para este estudio, con lo que pudieron reconstruir genomas completos de S. enterica, encontrando que los 10 individuos contenían una subespecie de S. enterica que causa fiebre entérica.
Esta es la primera vez que los científicos recuperan evidencia molecular de una infección microbiana de esta bacteria, utilizando ADN antiguo de México colonial.
La fiebre entérica, de la cual la fiebre tifoidea es la variedad más conocida actualmente, provoca fiebre alta, deshidratación y complicaciones gastrointestinales; y se considera una importante amenaza para la salud en todo el mundo ya que ha causado aproximadamente 27 millones de enfermedades sólo en el año 2000. Sin embargo, poco se sabe sobre su gravedad o prevalencia mundial en el pasado.
Una nueva herramienta para descubrir enfermedades antiguas
«Un resultado clave de este estudio es que tuvimos éxito en la recuperación de información sobre una infección microbiana que circulaba en esta población, sin que sea necesario especificar un objetivo específico por adelantado», explicó Alexander Herbig del Instituto Max Planck y coautor del estudio.
En el pasado, los científicos se enfocaban en un patógeno particular o pequeño conjunto de patógenos, para lo cual era necesario tener una indicación previa.
«Este nuevo enfoque nos permite buscar ampliamente en el ADN para detectar lo que sea que esté presente», añadió Johannes Krause, director del Departamento de Arqueogenética del Instituto Max Planck y último autor del estudio.
Finalizó explicando que «este es un avance crítico en los métodos disponibles para nosotros, como investigadores de enfermedades antiguas. Ahora podemos buscar las huellas moleculares de muchos agentes infecciosos en el registro arqueológico, lo que es especialmente relevante para casos típicos en donde la causa de una enfermedad es desconocida».