Vía Agencia Sinc.
Un grupo de investigadores del Centro Nacional de Aceleradores y la Universidad de Sevilla, ha identificado los procesos de soldadura que se utilizaron a la hora de fabricar antiguas piezas de oro, algunas muy valiosas como la del tesoro de Carambolo.
Los estudios del patrimonio cultural mediante la aplicación de métodos físico-químicos no destructivos han aumentado en los últimos años. Es en este ámbito donde los investigadores, en colaboración con algunas empresas, han analizado la producción de joyas antiguas.
Los elementos de oro que constituyen o decoran las piezas pueden contener información acerca de los materiales empleados en la producción, así como los tratamientos de calor usados o los procesos de soldadura. Estos análisis ayudan a caracterizar las piezas y a conocer las capacidades tecnológicas de los orfebres que las crearon.
Resulta ciertamente imprescindible el uso de técnicas no destructivas debido al gran valor de las joyas. El Centro Nacional de Aceleradores emplea micro-fluorescencia de rayos X, técnica que consiste en el estudio de los rayos X que emite la muestra estudiada cuando es irradiada con rayos X o gamma.
Las distintas variaciones en la concentración de oro, plata y cobre en las zonas de unión entre diferentes elementos de la pieza muestran las diferencias en cuanto a los métodos de soldadura realizados.
Sin embargo, algunas joyas tartésicas con un porcentaje en oro superior al 90%, no muestran ese comportamiento; por lo que se ha tenido que realizar un estudio sistemático de los procesos de fabricación mediante arqueología experimental. Se han generado muestras de varias aleaciones con distintas concentraciones de oro, plata y cobre, usando diferentes procesos de soldaduras utilizados en la antigüedad.
Así se han caracterizado los tres métodos de soldadura, mediante las variaciones que sufren las concentraciones de oro, plata y cobre.
Dos brazaletes de oro del conocido Tesoro de Carambolo, el cual aún se debate si es fenicio o tartésico, también han sido analizados. De los estudios de ambas joyas, junto con tres réplicas fabricadas, se ha comprobado cómo diferentes puntos de soldadura muestran varias concentraciones de los elementos propios de la aleación empleada. Los científicos han identificado soldaduras de tipo autógena y de aleación, pero no por sales de cobre, propio de la cultura etrusca.
La utilización de fibras policapilares permite reducir el área de estudio a muy pequeñas dimensiones, lo que hace que se pueda restringir la zona a irradiar a las soldaduras.