Desde el siglo II a.C., los chinos ya diseñaron un papel higiénico cuyo uso principal era el aseo íntimo. Sin embargo este hallazgo no llegó a Europa hasta cientos de años más tarde. Se tiene constancia de que los romanos utilizaban una esponja atada a un palo (también conocida como tersorium) que empapaban en agua salada para limpiarse después de defecar.

Estas esponjas se utilizaban hasta en las letrinas públicas, las cuales tras su uso se enjuagaban con agua corriente y se dejaba en un cubo a la espera del siguiente individuo que necesitara aliviar sus intestinos.
Y es que antes de la invención del papel higiénico, los seres humanos recurrían a cualquier material que mínimamente cumpliera una función limpiadora, como por ejemplo lechugas, trapos, pieles, césped, hojas de coco o de maíz…
Uno de los documentos que atestiguan el uso y existencia del tersorium es una de las epístolas que el político y filósofo Séneca envío a Lucilio (un procurador romano de la provincia de Sicilia). En la misiva número setenta de las Cartas de un Estoico, Séneca describe a su receptor un episodio en el que un gladiador romano prefirió acabar con su propia vida clavándose el palo de una de estas esponjas en la garganta, antes que tener que enfrentarse a los horrores de la arena.
Pero a pesar de lo poco higiénico e incómodo que nos pueda parecer el uso del tersorium, esta pieza prometía ser más blanda y confortable que los trozos de arcilla y piedra utilizadas por los antiguos griegos.
Aunque al parecer, los Dioses no fueron lo único que los romanos copiaron a los griegos. Un estudio publicado en el British Medical Journal, co-escrito por el director del equipo forense del hospital Raymond Poincaré de Garches (París), Philippe Charlier, ha confirmado que las fichas utilizadas en el juego que los antiguos griegos llamaban pessoi (un juego de estrategia que sería el origen de lo que hoy día conocemos como damas), se habrían usado para otros fines menos lúdicos y más escatológicos.
Según determinaron los investigadores, estos discos de cerámica fueron usados para raspar la materia fecal después de las deposiciones. Así lo comprobaron con dos fichas de terracota del siglo II d.C. (probablemente procedentes de ánforas rotas) que fueron encontradas muy cerca de unas letrinas romanas, y que habían sido limadas hasta lucir unos bordes suaves.
La pieza más pequeña fue hallada en la isla de Ustica, al norte de Palermo (Sicilia), y mide 4,7 centímetros de diámetro, 1,7 centímetros de espesor. El fragmento más grande se encontró en Gortina, en la costa sur de Creta, y es de 6 centímetros de diámetro, 1,3 centímetros de espesor.

A los expertos arqueólogos y conservadores de los museos les ha parecido francamente sorprendente, y un tanto jocoso, este hallazgo. Para el Dr. Rob Symmons, comisario de la Fishbourne Roman Palace (la mayor villa romana de Gran Bretaña), fue muy divertido pensar que todos los discos que estaban exhibiendo, podrían no haber tenido una función tan cerebral como en un principio el pessoi podía dar a entender.
«Las piezas siempre habían sido catalogadas como partes rotas de un juego, aunque yo nunca me encontré particularmente feliz con esa explicación. Pero cuando leí el artículo donde exponían la teoría de que estos fragmentos habían sido utilizados para limpiar los bajos fondos de la gente, me pareció divertido y simplemente me atrajo. Me encanta la idea de pensar que durante cincuenta años hayamos tenido estos restos del museo bajo una gran ignorancia, y que ahora de repente podamos saber la historia de estos artículos«.
Symmons, quien ha estado trabajando en el museo desde hace siete años, agregó: «Obviamente vamos a tener que plantearnos en la reclasificación de estos objetos en nuestro catálogo. Pero esperamos que las piezas hagan sonreír a la gente cuando se enteran de para qué servían«.
Por último, el doctor ha ironizado: «Seguramente a los romanos les debía resultar muy áspero al usarlo, y dudo que lo prefirieran al rollo de papel higiénico que gastamos hoy en día«.
Me podría decir alguna bibliografia donde pueda encontrar lo de las cerámicas higiénicas?
Hola Carol,
Las fuentes se mencionan en el mismo artículo. Una de ellas, por ejemplo, es Séneca en sus «Cartas de un Estoico» (también llamado «Cartas a Luicilio).
Saludos,