En la antigüedad pocos textiles podían evocar una imagen de riqueza, prestigio y poder como lo hacía el color púrpura hecho de murex, es decir, una coloración que se obtenía de un arduo proceso que duraba varios días en el que debía también hacerse uso de gran cantidad de caracoles.
Sin embargo, una nueva investigación revela que hubo una industria de falsificación de este color utilizando una combinación de plantas, que lograban en menor tiempo y trabajo, una coloración casi igual que los ropajes púrpura de murex.
El hallazgo se produjo en el desierto de Judea, donde un equipo arqueológico descubrió en algunas cuevas de la región, donde hallaron los textiles púrpuras de la era romana que se asumían eran de murex.
Pero al analizarlos los científicos se dieron cuenta del engaño al percatarse que no había murex sino una ingeniosa mezcla de Rubia que posee raíces rojas y Glasto capaz de producir un tinte azul, muy famoso en Medio Oriente.
Los tintoreros antiguos sumergian la ropa primero en un baño de tinte de Rubia, para luego pasarlo por un baño de Glasto logrando imitar con gran exactitud la tonalidad púrpura utilizada por reyes, sacerdotes y la élite.
Aunque la investigación se centró en los textiles romanos, se conoce que en la antigua Mesopotamia ya existían instrucciones para imitar el color púrpura del murex.












