El mito del Diluvio universal y el Arca de Noé narrado en el libro del Génesis se ha puesto de moda este año a tenor del estreno de la película protagonizada por Russel Crowe que cuenta la historia con la característica parafernalia propia del cine de Hollywood. Según la historia bíblica, Dios lanzó una inundación para castigar al ser humano por perder sus costumbres y valores y alejarse de la senda divina, y sólo Noé, su familia y una pareja de cada especie animal pudieron salvarse en un arca que construyó para sobrevivir al Diluvio.
Sin embargo, muchos investigadores y ciertamente una gran cantidad de evidencias arqueológicas demuestran que el mito del Diluvio estuvo presente desde mucho antes en el imaginario colectivo de muchos pueblos y civilizaciones de la Antigüedad e influyó después en la configuración de la mitología del Génesis. Como ha declarado Irving Finkel, conservador del Museo Británico, a la Agencia Sinc:
«“En realidad esto es un mito que probablemente surgió tras una desastrosa inundación hace miles de años en un pasado remoto, mucho antes de que se comenzara a escribir. Es pues, una historia para explicar y reconfortar a la gente, pero sólo eso”
Para sustentar su teoría, que comparten otros muchos expertos, se apoya en la cultura material de civilizaciones como la mesopotámica. El Museo Británico alberga en su colección una prueba que ayuda a Irving a argumentar sus hipótesis: una tablilla babilónica de arcilla que se remonta al 1725 a.C en cuyos grabados con inscripciones en escritura cuneiforme se narra en tono épico un episodio que sin duda guarda estrechísimas semejanzas con el de Noé.
De acuerdo con la leyenda, el héroe Athaharsis, el Noé mesopotámico, fue testigo de una revelación divina en la que se le vaticinó el advenimiento de una gran inundación y se le ordenó la construcción de un gran barco que permitiese al héroe y a la raza humana sobrevivir a la catástrofe:
“¡Casco, casco de caña! Atrahasis, presta atención a mi consejo. Así podrás vivir para siempre. Destruye tu casa y construye una nave. Rechaza las propiedades y salva la vida. Pon en marcha un arca que harás de planta circular, con un ancho y largo iguales”, relatan las narraciones de la tablilla.
Los textos de la tablilla constituyen un auténtico manual de instrucciones con el que la divinidad guía al héroe en la construcción del gran arca, que efectivamente y con todo lo curioso que pueda resultar presentaba un prototipo circular. Incluso el propio Irving Finkel ha podido calcular las dimensiones aproximadas que tendría: en torno a 3.600 metros cuadrados de superficie y 67,7 metros de diámetro. Un diseño de barco cuya estructura se corresponde con las antiguas coracles, embarcaciones redondas que se usaban desde la Edad Antigua para transportar personas, mercancías y animales por los ríos Tigris y Eúgrates de Mesopotamia.
Pero los paralelismos con la historia del Génesis no acaban ahí. En la tablilla se cuenta que Athaharsis no sólo debe construir en el arca para salvar a su especie, sino que también debe meter en ella animales salvajes «de dos en dos», al igual que Noé hizo en su Diluvio particular.
Las teorías de los historiadores como Finkel defienden que en un pasado se produjo una gran catástrofe natural en forma de inundación, quizás un maremoto, el desbordamiento de un gran río o simplemente una destructiva lluvia torrencial, que quedó grabada en el ideario colectivo, se transmitió a través de cuentos legendarios de generación en generación y se extendió de diferentes maneras en muy alejados pueblos del planeta, influyendo siglos y siglos después en las grandes religiones monoteístas.
Esto explicaría el hecho de que culturas antiguas como las de Egipto, Mesopotamia, la India, China o América compartan diferentes versiones que en esencia forman parte de un mismo mito y de una misma idea: la extinción de la humanidad a través de un gran diluvio que sirvió como castigo o aleccionamiento para la humanidad por parte de deidades superiores.
En el caso de Mesopotamia, otras evidencias arqueológicas y literarias demuestran la presencia del diluvio en la historia mitológica de su civilización, como la Epopeya de Gilgamesh, tallada en tablillas de barro en el siglo VII a.C. El poema narra acontecimientos similares a los de Athaharsis y Noé en la persona del sabio Utnapishtim, e incluso comparte con este último que ambos soltaron una paloma y un cuervo desde el arca para comprobar si regresarían.
Las pruebas arqueológicas apuntan a que el relato fue recogido e incorporado a la mitología hebrea por los escribas judíos en su contacto con la civilización babilónica, especialmente durante el Cautiverio de Babilonia del siglo VI a. C, fecha en la que además se produce la redacción del libro sagrado del Génesis.