En la década de 1980 la profesora Marcella Frangipane y su equipo arqueológico, desenterraron un complejo palaciego en el Montículo de Arlastepe, donde descubrieron un alijo de nueve espadas las cuales se forjaron aproximadamente en el 3300 a.C., lo que significa que se trata de las espadas más antiguas del mundo encontradas hasta ahora.
Se trata de un alijo compuesto por nueve espadas, seis de ellas eran dagas largas y las restantes eran espadas cortas, las cuales habían sido creadas con cobre arsenical, aleación que le confería una mayor duración y resistencia a las espadas.
Aunque el material es el cobre arsenical algunas espadas poseían partes hechas de plata, lo que llevó a los investigadores a plantearse la naturaleza de estas armas, ya que también se toma en cuenta el lugar del palacio donde fueron halladas, que era una sala de armas.
Es probable que además de ser unas espadas totalmente funcionales en combate, también se trataran de objetos que indicaban el gran poder que poseía su portador.