Dentro del cristianismo ortodoxo, existió la costumbre de escribir en el cráneo de los fallecidos sus nombres, obteniéndose varios ejemplos de ello en Grecia y Egipto, aunque el ejemplar descubierto recientemente en Turquía es el único de este país.
El cráneo perteneció a un peregrino que viajó a Jerusalén y según su cráneo, se llamaba: Dimitrakis, ya que la inscripción reza: «Peregrino Dimitrakis».
El hallazgo del cráneo se produjo en la parte del osario, dejando evidencia de una antigua práctica ortodoxa.
En aquella época, los ortodoxos tomaban el cráneo del fallecido para luego escribir su nombre con un objeto duro, y finalizaba la práctica, con el cráneo colocado en exhibición dentro de la iglesia.
La iglesia de Balatlar en Sinope de finales del siglo IV o inicios del V fue el lugar donde se encontraron los restos, siendo este sitio en sus orígenes anteriormente un baño romano del siglo II y posteriormente, la iglesia se convirtió en un cementerio que estuvo en uso hasta el siglo XX.