Arqueólogos de numerosas instituciones estadounidenses junto a un colega británico, han develado luego de analizar tres tipos de evidencia arqueológica, cómo las islas británicas tuvieron un importante desarrollo económico posterior a la llegada de los romanos al territorio.
Para este estudio, los especialistas se enfocaron en tres tipos de vestigios arqueológicos: edificios, cerámica y monedas, bajo la premisa de que cada uno de estos elementos iría mejorando con el tiempo, mientras mejoraran a su vez las condiciones económicas.
A medida que el poder adquisitivo iba en aumento, las casas de los pobladores se iban haciendo cada vez más espaciosas, mientras que las monedas comenzaban a ser descuidadas por estas personas adineradas, por lo que se encontraron numerosas monedas desperdigadas entre grietas y otros restos.
Por su parte, la cerámica iba adquiriendo cada vez un nivel más elevado en su técnica y calidad, lo que claramente es un evidente rasgo de poder económico.
En algunos lugares los investigadores se percataron que las zonas urbanas adquirían un desarrollo que les sobrepasaba, a la par de que también observaron que la construcción de puertos y carreteras junto a las políticas económicas romanas, ayudaron en gran medida al crecimiento económico de la región.