Orígenes y apariencia de los vampiros
El vampiro una criatura del folclore de muchas culturas del mundo que subsiste alimentándose de la sangre de los vivos. En el folclore europeo, los vampiros son criaturas no muertas que a menudo visitan a sus seres queridos y causaron desgracias y muertes en los barrios que habitaban mientras estaban vivos.
Los vampiros fueron descritos de muchas formas, la mas común era la de una apariencia hinchada y de color rojizo, violáceo u oscuro, estas características se atribuían al consumo de sangre. Cuando se encontraban en su ataúd, se podía ver sangre saliendo de su boca y nariz y su ojo izquierdo a menudo estaba abierto.
Historia de los vampiros
El vampirismo existe desde hace milenios. La cultura mesopotámica, la hebrea, la antigua Grecia, la Meitei y la romana, ya tenían historias de demonios y espíritus que se consideran los precursores del vampiro moderno.
En la India se han recopilado historias de vetãlas, seres macabros que habitan en cadáveres.
Los persas fueron una de las primeras civilizaciones en tener historias de demonios bebedores de sangre.
En el folclore judío, Lilith es consideraba un demonio que bebe la sangre de bebés para sobrevivir, las Estries son demonios femeninos que cambian de forma y beben sangre mientras deambulan por la noche en busca de víctimas.
En la mitología grecorromana se describe a las Empusas, la Lamia, la Mormo y las estriges, todos ellos devoraban niños o bebían sangre.
Muchos mitos del vampiro se originaron en el periodo medieval, el draug nórdico es otro ejemplo de criatura no muerta similar a los vampiros.
El vampiro moderno surge en el sureste de Europa a principios del siglo XVII, cuando se registraron y publicaron las tradiciones verbales de muchos grupos étnicos de la región.
En la mayoría de los casos, los vampiros son fantasmas de seres malvados, víctimas de suicidio o brujas, pero también pueden ser creados por un espíritu malévolo que posee un cadáver o por ser mordidas por un vampiro.
La creencia en tales leyendas causó histeria masiva e incluso ejecuciones públicas de personas que se creían que eran vampiros.
En las tradiciones eslavas y chinas, se creía que cualquier cadáver sobre el que saltara un animal se convertiría en un vampiro. Un cuerpo con una herida que no había sido tratada con agua hirviendo también estaba en riesgo de convertirse en vampiro.
En el folclore ruso, los vampiros habían sido brujas o personas que se habían rebelado contra la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Como se evitaba la transformación en vampiro
Para evitar que un ser querido fallecido se convirtiera en un vampiro se enterraba el cadáver boca abajo o se colocaban objetos terrenales cerca como guadañas y hoces para que el cuerpo se pinchase si se hinchaba.
El óbolo que colocaban los griegos antiguos en la boca del cadáver para pagar al barquero en la otra vida, pudo influir en la creencia de que se usaba para tapar la boca y los espíritus malévolos no pudieran entrar en el cuerpo.
Esta tradición perduró en el folclore griego moderno, en el que se colocaba sobre el cadáver una cruz de cera y una pieza de cerámica con una inscripción para evitar que el cuerpo se convirtiera en un vampiro.
Otros métodos utilizados en Europa eran cortar los tendones de las rodillas o colocar semillas de amapola, mijo o arena en el suelo de la tumba para mantener al vampiro ocupado toda la noche contando los granos caídos.
Cómo identificaban a los vampiros
Se utilizaron muchos rituales para identificar a un vampiro. Un método para encontrar la tumba de un vampiro era llevar a un niño virgen a través de un cementerio en un semental virgen, en donde el caballo se resistiría a pasar por la tumba que perteneciera a un vampiro. Si aparecían agujeros en la tierra sobre la tumba, se consideraban como un signo de vampirismo.
Los cadáveres que se pensaba que eran vampiros, se describen con una apariencia más saludable de los esperado, regordetes y con pocos signos de descomposición.
En algunos casos, al descubrir la tumba, los aldeanos describen que el cadáver tenía sangre fresca de una víctima en todo el rostro. La muerte de ganado, ovejas, parientes o vecinos en una localidad determinada, hacía creer que había un vampiro en activo.
Los vampiros del folklore podían mover objetos domésticos sin necesidad de tocarlos y presionar el pecho de las personas mientras duermen.
Protección contra los vampiros
Para alejar todo tipo de criaturas maléficas se usaba la magia apotropaica, el folclore incluyó a los vampiros dentro de las criaturas sensibles a esta magia.
El ajo es el objeto más común para defenderse de los vampiros, una rama de rosa silvestre y espino también puede ser muy perjudicial para los vampiros. En Europa se decía que esparcir semillas de mostaza en el techo de una casa los mantenía alejados.
Otros apotropaicos incluyen los elementos sagrados para la cristiandad, un crucifijo, un rosario o agua bendita. Se decía que los vampiros no podían caminar sobre terrenos consagrados, como iglesias o templos.
El espejo es considerado otro de los apotropaicos que funcionan contra los vampiros. Se usaban para ahuyentar a los vampiros cuando se colocaban en una puerta mirando hacia afuera.
En la cultura moderna, el vampiro no se refleja en los espejos debido a su carencia de alma, pero en la antigüedad no siempre fue así.
Algunas tradiciones sostienen que un vampiro no puede entrar en una casa a menos que sea invitado por el dueño, después de la primera invitación puede entrar y salir cuando les plazca.
Aunque su actividad principal se desarrollaba por la noche, no se les consideraba vulnerables a la luz.
Cómo mataban a un vampiro
Los métodos para destruir a los vampiros variaron a lo largo del tiempo.
La estaca era el método más común, proveniente de las culturas eslavas del sur. En este sentido, el fresno era la madera preferida en Rusia y los estados bálticos para fabricar la estaca, en Serbia se usaba el espino y en Silesia el roble. El álamo temblón se usaba ya que se creía que la Cruz de Cristo estaba hecha de este árbol.
Los vampiros potenciales eran atravesados en el corazón, aunque la boca era el objetivo en Rusia y el norte de Alemania y el estómago en el noreste de Serbia.
En las zonas alemanas y eslavas occidentales decapitaban a los posibles vampiros y colocaban la cabeza enterrada entre los pies o detrás de las nalgas.
Los romaníes, una tribu nómada de Europa, clavaban agujas de acero o hierro en el corazón del cadáver y colocaban trozos de acero en la boca, ojos, orejas y entre los dedos en el momento del entierro para evitar la transformación de un vampiro.
Otras medidas incluyeron verter agua hirviendo sobre la tumba o la incineración del cuerpo.
En los Balcanes un vampiro podía morir disparado o ahogado, repitiendo una misa, rociando agua bendita sobre el cuerpo o mediante un exorcismo.
En Rumania, el ajo se ponía dentro de la boca y en el siglo XIX se disparaba una bala a través del ataúd.
En caso de que el vampiro se resistiera, se desmembraba el cuerpo y se quemaban los trozos.