La Gran Muralla China es una de las estructuras más emblemáticas e históricas construidas por la humanidad a lo largo de toda la historia. Esta estructura esta, sin embargo, altamente expuesta a la erosión de la lluvia y el viento lo cual está conllevando un importante deterioro de la misma.
Secciones completas de La Gran Muralla están siendo colonizadas por vegetación, y en especial por costras biológicas de cianobacterias, musgos y líquenes, sobre todo en la región árida y semiárida por donde transcurre.
“Tradicionalmente la vegetación se ha percibido como perjudicial en la conservación de monumentos debido al deterioro causado por la actividad de las raíces y la biodegradación. Sin embargo, nuestro estudio pone este principio en cuestión en el contexto de La Gran Muralla China y sugiere que las costras biológicas actúan como una piel protectora de este emblemático monumento” destaca Manuel Delgado Baquerizo, líder del Laboratorio de Biodiversidad y Funcionamiento Ecosistémico (BioFunLab) del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC) y coautor de esta investigación.
Grandes secciones de La Gran Muralla China fueron construidas con tierra apisonada, y en la actualidad hasta dos terceras partes de los restos de estas secciones se encuentran cubiertas por costras biológicas.
“En los suelos de los ecosistemas terrestres, las costras biológicas ayudan a mantener la estabilidad del suelo y proporcionan un sinfín de servicios ecosistémicos como el secuestro de carbono y la fertilidad del suelo en zonas áridas y semiáridas” Indica Delgado Baquerizo.
En este estudio, los investigadores estudiaron una sección de 600 kilómetros de La Gran Muralla China, y compararon la erodabilidad de la tierra apisonada cubierta y desprovista de costras biológicas usando ensayos mecánicos en el laboratorio.
El estudio demostró el papel fundamental de las costras biológicas en la lucha contra la erosión de La Gran Muralla China.
En comparación con la tierra apisonada desprovista de costras, la sección cubierta de biocostra redujo la porosidad y la erosionabilidad, al tiempo que aumentó la resistencia a la compresión y la estabilidad de los agregados de la misma.
“Las biocostras, de origen natural, cubren gran parte de la Gran Muralla y protegen de la erosión este patrimonio de la humanidad”, concluye Bo Xiao, investigador de la Academia de Ciencias de China.