Los Anales de Camden son una obra historiográfica que se consideró durante mucho tiempo por su “imparcialidad” y “objetividad”, en el relato de la vida de la reina inglesa Elizabeth I, aunque los investigadores actuales descubrieron numerosos vestigios de autocensura por parte del autor.
Los investigadores sometieron el manuscrito original a pantallas de luz, con las que pueden observarse tachones, cambios en el texto, sobre escritura, etc., determinando que varios fragmentos se cambiaron, debido al reinado de James I de Inglaterra.
Uno de los elementos para sostener esta afirmación, es una anécdota que cuenta como la reina en su lecho de muerte, nombró a James IV de Escocia y I de Inglaterra como su sucesor; algo que de seguro no sucedió en la realidad.
Los investigadores han conjeturado que el autor trabajó junto a otros colaboradores, quienes al morir los primeros patrocinadores de la obra, quedaron bajo el mando del rey James I de Inglaterra, por lo que fue necesario ajustarse a sus demandas.
Para evitar caer en desgracia frente al nuevo monarca, los autores comenzaron a autocensurarse, algo que se vio como imparcialidad, al no tomar juicios claros contra el rey inglés, o el rey de España Felipe II o el mismo Papa Pío V.
Cuando en los Anales de Camden se elogia a la reina Elizabeth, luego se crea un relato donde el rey James quede mucho mejor, siendo bastante curioso, los tachones, cambios y erratas que encontraron gracias a colocar los documentos bajo la luz.