Un nuevo estudio ofrece retoques en la historia de 2.300 años del arma en forma de pico del antiguo buque de guerra usado como ariete contra las naves enemigas en la Primera Guerra Púnica, el primer conflicto entre la Antigua Roma y Cartago.
El informe, publicado en el American Chemical Society (ACS), también identifica una amenaza mayor que los conservadores deben abordar para preservar este tesoro arqueológico para futuras generaciones.
Patrick Frank y sus colegas explican que el ariete, llamado rostrum, fue encontrado en 2008 a 22 pies bajo el agua, a 150 pies de la costa de Acqualadrone (que significa ‘Bahía de los Piratas’) en noreste de Sicilia.
El rostrum de Acqualadrone es de bronce con un núcleo de madera que se conserva gracias a estar enterrado bajo suelo marino. Los datos del carbono 14 sugieren que la nave se hundió aproximadamente en el 260 antes de Cristo después de haber sido dañada en la batalla de Milas durante las etapas iniciales de la Primera Guerra Púnica, que pudo haber sido una de las mayores guerras de su tiempo.
Una investigación anterior localizó los metales del bronce de minas de España o Chipre. Los autores, del Laboratorio de Aceleración Nacional SLAC de la Universidad de Stanford y de la Universidad de Palermo, establecieron una nueva investigación para aprender más sobre el origen y el estado de la madera del rostrum.
Sus análisis de los ácidos y otras sustancias en la madera muestran que el montaje del rostrum de Acqualadrome fue hecho de pino impermeabilizado con alquitrán de pino.
Otras maderas, como el enebro o el roble, y otros selladores marinos antiguos como la cera de abejas fueron descartados.
Es importante destacar que la investigación encontró abundante azufre en la madera que podría haberse convertido en ácido sulfúrico, una sustancia extremadamente corrosiva. Se sabe que el ácido sulfúrico aparece en la madera recubierta marina de tesoros arqueológicos y que puede amenazar su existencia.
Los autores argumentan que el hierro y el cobre permeabilizando la madera puede catalizar la transformación, pero sugieren que la eliminación de la capa de ozono del aire del museo podría parar la conversión.