Un antiguo texto de hace 1.200 años nos muestra información que crea polémica sobre la crucifixión de Jesús y otros hechos que podrían haberse falseado.
El texto se encuentra escrito en idioma copto, un lenguaje egipcio introducido a finales del siglo II a.C y que en la actualidad perdura como lengua litúrgica de la Iglesia Copta. A través de él se detalla cómo el juez que autorizó la crucifixión de Jesús, Poncio Pilato , cenó con el acusado antes de llevar a cabo su sentencia y ofreció a su hijo para sacrificarle en su lugar. El escrito también cuenta que Jesús tenía la habilidad de cambiar de forma, por ello Judas sugirió la utilización de un beso para identificarle en su detención, que según el escrito se llevo a cabo un martes por la noche en lugar de jueves, dato que cambia la idea del tiempo de Pascua.
El texto se encuentra escrito bajo el nombre de San Cirilo de Jerusalén que vivió en el siglo IV y es venerado como santo por la Iglesia Católica y por la Iglesia Ortodoxa.
Según Roelof van den Broek, de la Universidad de Utrecht y traductor del libro «Pseudo-Cirilo de Jerusalén sobre la Vida y la Pasión de Cristo» (Brill, 2013), el descubrimiento del texto no quiere decir que tales acontecimientos sucedieran de ese modo, sino que algunas personas que vivieron entonces así lo creyeron.
Van den Broek se extraña de que la Última Cena y detención se mueva a fecha del martes puesto que en la mayoría de textos canónicos se relata en la noche del jueves y por ello califica la afirmación de San Cirilo como errónea.
Dos copias se encuentran en el Museo de Nueva York y en el Museo de la Universidad de Pensilvania, pero este último resulta en su mayor parte incomprensible.
El texto que hoy se encuentra en Nueva York era de la biblioteca del Monasterio de San Miguel en Egipto y en su traducción cuenta que fue un regalo del Padre Paul quién había dotado este libro de sus propios esfuerzos. En diciembre de 1911 fue comprado por el financiero estadounidense JP Morgan y posteriormente se daría a conocer al público en el museo que lleva su mismo nombre como parte de la exposición “Tesoros de la Bóveda”.
Buenos días. Permítanme dar una pequeña opinión al respecto. En primer lugar, el texto al que alude el artículo data del siglo IX, que son algo más de 800 años después de que tuvieran lugar los acontecimientos, y eso es mucho tiempo de margen para que la historia se corrompiera siempre que no se contara con los escritos originales, es decir, los cuatro evangelios canónicos.
Ni siquiera Flavio Josefo, historiador prorromano del siglo I, al describir los encuentros entre Poncio Pilato y Jesús, ni siquiera él insinúa en lo más mínimo que Pilato ofreciera a su hijo para morir en lugar de Jesús. Esto es una barbaridad histórica totalmente falsa.
Y eso de que Jesús cambiara de forma, y por eso el traidor Judas le diera un beso para identificarlo, eso es lo más absurdo que he leído en mi vida. Señores, pero ¡si era de noche cuando la chusma guiada por Judas fueron a detener a Jesús e iban con antorchas! Admito que todo el resto de la Chusma no reconociera en la oscuridad nocturna a Jesús, pero Judas vivió en compañía de Jesús por lo menos tres años y tenía que conocer el tono de la voz y hasta los andares de Jesús. Judas lo señaló con un beso para que todos los demás alborotadores supieran a quien tenían que detener.
Ya desde finales del siglo I y con más razón durante el siglo IV la apostasía había impregnado las enseñanzas originales de Jesús, y se empezaron a escribir supuestas historias sobre Jesús que se apartaban de los escritos originales de los cuatro evangelistas, dos de los cuales (Mateo y Juan) fueron compañeros de Jesús desde los primeros momentos.
No creo que sea tan absurda esa suposición de que Jesus pudiera cambiar de «forma», o su aspecto, por así decirlo. Está escrito en los canonicos (elegidos asi ya sabemos por quien…) que él se transfiguraba, escapaba de la chusma facilmente e incluso no fué reconocido por sus propios apostoles despues de la resurreccion. El que tiene ojos para leer que entienda, vamos a usar nuestro entendimiento dejando dogmas de lado.