El cristianismo llegó a Irlanda en torno al siglo V d.C., revolucionando sin duda las prácticas religiosas. Sin embargo, en su etapa temprana, los primeros cristianos sincretizaron elementos de la religión cristiana y pagana en los rituales y cultos, como por ejemplo en las ceremonias de enterramiento. El Fuerte de Caherconnell ha dado pruebas de ello, pues en él se han encontrado los cadáveres de un bebé, un niño y una mujer adulta de entre los siglos VI y VII cuyos funerales combinaron ambas tradiciones.
Situado en la costa oeste de Irlanda, en la región de Burren (condado de Clare), Caherconell aunque ha sido llamado tradicionalmente como «fuerte» por su apariencia externa defensiva y su estructura de muros gruesos, en realidad fue un espacio para viviendas de pastores y agricultores de clase media.
Las excavaciones se han llevado a cabo en el llamado «cashel» o «caher», una estructura circular de piedra seca sobre un montículo que había servido como cementerio antes de la construcción de las viviendas y que contenía dos pequeñas cistas para enterramientos individuales. En ellas aparecieron los huesos de un bebé, nacido muerto o que falleció al poco de nacer, y el cuerpo de un niño de entre uno y dos años. También se encontró el cadáver de una mujer adulta, de al menos unos 45 años de edad, que sufrió traumatismos y lesiones en las articulaciones a causa de una vida de duro trabajo.
Teniendo en cuenta que el enterramiento se produjo, según las dataciones estimadas, entre la segunda mitad del siglo VI y la primera mitad del VII, cabría pensar que tras siglo y medio de extensión del cristianismo en la zona los cuerpos se habrían enterrado conforme al culto cristiano.
Nada más lejos de la realidad, pues la forma de los enterramientos muestra claros signos de sincretismo entre las prácticas funerarias paganas y las propias de la religión monoteísta. Los cuerpos no fueron enterrados con ninguno de sus bienes, como era común en la tradición cristiana, y ni siquiera se trataba de un cementerio cristiano. El propio emplazamiento del camposanto en un montículo y el propio uso de las cistas para albergar los cadáveres, en forma de monumento pequeño de piedra con forma de caja, es mucho más frecuente en los yacimientos funerarios precristianos de Irlanda.
Siglos más tarde, en torno al X y XI d.C., familias acomodadas de pastores y campesinos construyeron el fuerte y sus hogares en ese lugar, pero no removieron todos los enterramientos previos, dejando aproximadamente la mitad de ellos intactos en su interior. ¿Podría ser que los nuevos habitantes lo hicieran deliberadamente para respetar los espíritus de sus antepasados, permitiendo que sus cuerpos reposaran en sus emplazamientos originales? ¿O quizás lo hicieron como un modo de legitimar su gobierno y su pertenencia a esa zona?
Aunque no está del todo claro, lo que sí se sabe es que el hecho de que convivieran en un antiguo cementerio e incorporaran esos enterramientos a su entorno y a sus viviendas se relaciona con la tradición pagana precristiana, que sin duda sobrevivió a los cambios introducidos por el cristianismo en la época temprana y manteniéndose en las sucesivas.