¿Sabías que la Orden del Templo llegó a funcionar como la banca privada de la realeza y fue un intermediario financiero clave en los siglos XII y XIII?
¿Y por qué Isaac Newton y miles de personas vieron su fortuna ahogada en las aguas de los mares del Sur?
¿O cuándo se le ocurrió al Estado jugar a la lotería? ¿O cómo salvó el simpático señor con bigote del Monopoly al Tesoro de EE. UU.?
¿O quién era «Rosie the Riveter»?
Estas son algunas de las interesantes cuestiones que, entre otras muchas, responde Ricardo Martín Almagro en ‘Eso no estaba en mi libro de Historia de la Economía’ (Almuzara, 2023).
Otros aspectos poco conocidos de la economía que Martín Almagro desvela en esta obra son, por ejemplo, que las burbujas inmobiliarias y financieras no surgieron en el siglo XXI; o que el emperador romano Tiberio ya hacía uso de los recortes para subsanar los desmanes de su predecesor, Augusto.
También descubre a los lectores que el dólar es el vástago lejano de un banquero que sería condenado a muerte por su ambición; o que empresas que defendían férreamente el libre mercado y la globalización sometieron países hispanoamericanos enteros cometiendo abusos que sirvieron de inspiración a García Márquez; y cómo una famosa marca de bebidas refrescantes llegó a tener en su poder una de las mayores flotas militares del mundo gracias a la Unión Soviética.
La economía es una de las disciplinas científicas que nos resultan más familiares, y, sin embargo, resulta insondable para la mayoría.
Su historia está plagada de hechos apasionantes que nos ilustran de una manera clara sobre su funcionamiento, de fascinantes personajes que, a lo largo de los siglos, han sentado las bases de nuestra organización económica y han marcado la historia de la humanidad: éxitos sin precedentes, fracasos estrepitosos, ostracismo, ambición, genialidad, catástrofes…
Eso no estaba en mi libro de Historia de la Economía recoge fabulosas aventuras y olvidadas desventuras que suelen quedar fuera de los libros clásicos, y que sin duda merece la pena conocer y saborear con verdadera fruición.