Un estudio dirigido por la paleoantropóloga April Nowell, enfocado en analizar ciertos huesos humanos para determinar el desarrollo de la pubertad alcanzado al momento de morir, ha sido una herramienta eficaz para conocer cómo era la vida de un adolescente hace 25 mil años.
Los huesos analizados pertenecen a 13 individuos entre 10 a 20 años, concentrándose en áreas específicas de los huesos con la finalidad de inferir la menstruación o los cambios en la voz masculina relativos a la edad.
El método señala que al estudiar huesos del codo, la muñeca, las manos, el cuello y la pelvis, se observarán determinadas características que señalaran el desarrollo de la pubertad alcanzado por el individuo, incluyendo el sexo que tenía.
Un hecho curioso arrojado por la investigación es que hace 25 mil años, los adolescentes no eran tan débiles cómo se ha creído, ya que la muestra de estos individuos demuestra que gozaban de buena salud y habían entrado en la pubertad cerca de los 13,5 años.
Otro elemento a considerar arrojado por el estudio es la percepción de estos individuos en su comunidad gracias al conocimiento de su apariencia o edad.
Por ejemplo, al ser adolescentes podían tener algunos rasgos adultos e incluso tener hijos, no obstante la mayoría eran todavía de una estatura menor y parecían niños grandes, lo que se aprecia en los contextos funerarios.
Este enfoque se ha utilizado con éxito por primera vez en huesos de la Edad de Hielo, lo que abre las puertas a nuevas enfoques en la investigación de la evolución del género humano.