En un momento en que el Imperio Romano vivía una de sus más grandes crisis en todas las esferas, Alejandro de Abonoteico surge como una figura profética, que aglutinó tras su figura una importante cantidad de seguidores convirtiéndose en alguien incómodo para las autoridades.
Alejandro de Abonoteico también conocido como Alejandro de Paflagonia, nació en esta última ciudad entre el 105 al 170 d.C., conocido por ser un oráculo, convertirse en profeta e iniciar el culto a Glycon, que gozó de cierta popularidad en un corto período de tiempo.
El profeta poseía una personalidad magnética y carismática, que junto a su pico de oro logró juntar una buena cantidad de seguidores, al viajar de ciudad en ciudad hablando acerca de los miedos que azolaban a su sociedad como el hambre, la guerra o la peste, además de otros miedos más subjetivos como catástrofes o el fin del mundo.
Con el paso del tiempo las profecías de Alejandro de Abonoteico, comenzaron a mezclarse con la política asegurándole a sus fieles que él les guiaría a una época de máximo esplendor, cuestionando la estructura de poder del Imperio Romano lo que provocó que fuese investigado por las autoridades.
La caída del profeta llegó cuando se sucedieron una serie de profecías no cumplidas, lo que provocó que sus fieles seguidores comenzaran a cuestionarlo, en un período tenso por la hambruna y los desórdenes políticos.
El gobierno romano atacó su credibilidad en aquel aciago momento, lo que produjo que el culto y la secta promovida por este profeta fuese decayendo.
Luego de una larga vida contando cerca de 70 años, el profeta Alejandro de Abonoteico falleció fruto de problemas de salud.