A pesar de lo desagradable del descubrimiento, las letrinas de cerca de 700 años de antigüedad en plena ciudad de Odense (en la isla Fiona, Dinamarca) que contienen excrementos humanos revelan informaciones mucho más útiles de lo que podría pensarse. Aunque pestilentes, han ayudado a tener un mayor conocimiento de los hábitos alimenticios de la gente que habitó esas tierras en el siglo XII.
Pero además del oloroso contenido parejo a los barriles, los propios recipientes han aportado datos, con marcas que muestran a los propietarios de los mismos y qué usos tuvieron antes de utilizarse como evacuatorio, para transportar comida y almacenar pescado.
Los barriles se descubrieron en 2013 en una enorme excavación en la plaza I Vilhelm Werners, y en la misma aparecieron otros tres toneles atados entre sí y amontonados uno sobre otro, que resultaron constituir un antiguo pozo, con un sistema de tuberías subterráneas bajo los mismos.
Los antiguos retretes están abiertos a la visita del público, que podrá comprobar que a pesar del paso de las centurias, el hedor es intrínseco al producto de la digestión humana, y el tiempo no hace sino agravarlo.