Científicos franceses del Centro Nacional de Investigación Científica, colaborando con académicos de la Universidad de Tel Aviv, han transformado nuestra comprensión de la evolución humana mediante el estudio de un esqueleto infantil hallado en la caverna de Skhul, situada en el monte Carmelo.
Los restos pertenecen a un menor de cinco años cuya antigüedad alcanza los 140.000 años, estableciendo un nuevo hito como la evidencia más remota de cruzamiento genético entre nuestra especie y los neandertales. Este descubrimiento adelanta el primer contacto reproductivo entre ambos grupos en más de cien milenios comparado con las estimaciones previas.
Aunque los restos fueron extraídos hace aproximadamente nueve décadas, su análisis exhaustivo se realizó recientemente empleando tecnología de vanguardia. El esqueleto exhibe una fascinante combinación de características: mientras el cráneo refleja patrones típicos del Homo sapiens, la estructura mandibular, el aparato auditivo interno y el sistema vascular cerebral muestran rasgos distintivamente neandertales.
La investigación, liderada por Anne Dambricourt-Malassé e Israel Hershkovitz y publicada en la revista l’Anthropologie, constituye la primera prueba científica sólida de interacciones tanto biológicas como sociales entre estas poblaciones en territorio levantino. Hershkovitz enfatizó que entre el 2% y 6% del ADN humano contemporáneo tiene ascendencia neandertal.
Investigaciones recientes han revelado que los neandertales habitaron la región hace 400.000 años, mucho antes de lo inicialmente estimado (70.000 años). El infante de Skhul demuestra que estos grupos interactuaron con las primeras oleadas de Homo sapiens que abandonaron África hace aproximadamente 200.000 años, generando una fusión genética que eventualmente resultó en la asimilación de las poblaciones neandertales regionales.
El equipo empleó escáneres micro-CT en Tel Aviv para crear modelos tridimensionales detallados que permitieron examinar tanto estructuras superficiales como internas. Los investigadores contrastan este hallazgo con el famoso «Niño del Valle de Lapedo» portugués, datado en 28.000 años, lo que convierte al fósil israelí en la evidencia de mestizaje más antigua documentada mundialmente, superándolo por más de 100.000 años.












